Las noticias de judíos inmolándose con
fuego en Israel es algo de gran impacto
en mi interior. La última noticia recibida es de ayer, otro ciudadano israelí de
60 años trató de quemarse a lo bonzo, pero gracias a la oportuna intervención
de la policía, se frustró su intento. Con este son cinco los casos que se han
registrado, unos con “éxito”, otros neutralizados.
Se afirma que decenas de personas han
llamado desesperadas a las líneas de auxilio de diferentes servicios sociales,
amenazando con seguir el mismo camino de desesperación. Todo parece indicar que
el desajuste económico que atraviesa la nación, está produciendo desesperación
en algunos nacionales.
Pero esta situación pone en el tapete del
mundo judío un interrogante que hay que analizar forzosamente: ¿Cómo es posible
que el pueblo depositario de la mayor fuente de fortaleza espiritual, emocional
y mental se esté desmoronando? Porque la fortaleza de un pueblo depende de la
fortaleza del segmento más débil de su sociedad.
Hay una declaración poderosa de parte del
profeta Habacuc, que encontré en el libro de los profetas, que me ayudó en mis
días económicos más oscuros. Esa promesa no me fue dada a mí sino al pueblo
judío; pero me apropié de ella como una porción que podría alcanzar a aquellos
que ponen su confianza en el Dios de Israel.
He aquí esa porción:
“Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados
no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados
no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo
me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el
Señor es mi fortaleza,
El cual hace
mis pies como de ciervas,
Y en mis
alturas me hace andar.”
El profeta
Habacuc no solo hablaba de sí mismo, proclamando su confianza en su Dios. El
Espíritu de Dios pone estas palabras en la boca de su ungido, su pueblo Israel,
para cuando esté en medio de la angustia como nación.
Es una
declaración de plena y total confianza en el Dios de Israel.
Cuando una
nación pueda decir: ¡Jehová es mi fortaleza! No hay crisis económica que la
hará tambalear, porque podrán faltar los suministros más esenciales para la
vida, pero les queda el mayor recurso al que puede aspirar un ser humano o una
nación: El Dios Todopoderoso.
En este
pasaje tan hermoso, puedo entender que cuando haya escases en la alacena; mi
relación con El Dios Todopoderoso será suficiente para elevarme espiritual y psíquicamente
sobre estas necesidades, y conoceré a mi Dios en una nueva dimensión.
Me elevará a
las alturas espirituales de su morada en los cielos y nada me faltará, porque
estoy en una relación cercana con Aquel que hizo descender maná del cielo por
cuarenta años en el desierto para que su pueblo no padeciese de hambre; y aún
hizo que las codornices llovieran sobre el campamento de Israel, cuando se
hastiaron del maná.
El ha hecho
mis pies como cierva y me hace andar en mis alturas; las alturas de la fe, y allá
en las alturas de su morada tendré comunión con el Creador. Podré reconocerlo
como el Dios de mi Salvación y por ello mi alma y mi corazón rebosarán de gozo
y alegría.
Es como un
contrasentido. ¿Cómo he de alegrarme y gozarme en medio de una crisis económica
que me está arrastrando al despeñadero? Solo
lo puedo entender porque mi mirada no estará puesta en las circunstancias que
me rodean y pueden llenarme de aflicción. Mantendré mi mirada en el Dios que me
ha creado para su alabanza y para su gloria, porque de El vendrá mi socorro.
De Israel, solo he recibido grandes
beneficios y por ello mi mayor anhelo es que esta nación reciba todo el bien que Dios le ha prometido. Al enterarme de lo
que está sucediendo en Israel, de estas muertes e intentos de suicidios atroces,
mi corazón se compungió porque esto es señal de que algo no está bien en
Israel.
Este pueblo fue llamado por el Dios
Altísimo a ser luz para las naciones, pero lo que ahora muestra no es sino
sombras de angustia y tribulación en su sociedad.
Esa promesa de Habacuc es para los judíos y
deben buscar como individuos y como nación la posición que su Dios les ha reservado como Su pueblo,
porque El no los desampara y tendrá cuidado de ellos el día que lo buscaren de
todo su corazón, humillándose ante El.
Muchos judíos han perdido el rumbo. Han perdido
la fe en su Dios. Es más no son pocos los que abrigan enojo e incredulidad en “un
Dios que los ha abandonado a través de la Historia y ha permitido persecuciones
y el Holocausto”. Estos se han olvidado que los que le dieron la espalda a Dios
fue el pueblo, porque si no hubiese sido así, no se hubiera cumplido la Palabra
de Dios dada al pueblo en la Tora, libro de Levítico:
“Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la
tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de
vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido.
Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán.”
Pero así como el Eterno, Elohim los
disciplinaría, también les dio promesa de que seguro Le encontrarían en el
clamor y la oración humilde, de arrepentimiento y conversión de los malos
caminos en los que hubiesen andado.
Cuando el Rey Salomón hubo acabado la
edificación del Templo, está registrado en el II libro de Crónicas cap. 7:
“Y apareció
Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para
mí este lugar por casa de sacrificio.
Si yo
cerrare los cielos, para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que
consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra.”
Soy un
convencido que Israel está llamado por Dios para grandes cosas. El no ha
terminado aún con este pueblo y nada Lo detendrá para que cumpla todo lo que ha
dispuesto para Israel. Es solo cuestión de que el pueblo de los pasos correctos
en la dirección correcta: hacia su Dios.
Pero debe
dar esos pasos en la forma en que el Altísimo lo ha establecido: con
humillación, oración, búsqueda de Su rostro, convirtiéndose de sus malos
caminos.
Hace
37 años recibí del pueblo judío el mayor bien que hombre alguno pueda recibir
en esta vida: la vida eterna.
Hace casi 2000 años un judío llamado Jesús
y oriundo de Nazareth, fue crucificado. A mi entender, éste no fue cualquier
judío; era el profeta que fue anunciado por Moisés a su pueblo, cuando Dios por
su intermedio le prometió que levantaría a un profeta semejante a él, a quien
el pueblo debería obedecer:
Está escrito en la Tora
“Profeta de
en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él
oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la
asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más
este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me
dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les
levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su
boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis
palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
¿Qué necesidad había de que Dios
enviase a otro profeta diferente de Moisés y que trajera palabras de Dios en su
boca? Y, ¿Por qué el pueblo de Israel debería obedecerle al igual que hizo con
el mensaje de Moisés? Si por boca de Moisés, Dios trajo la Ley ¿Qué mensaje
diferente traería este otro profeta que el Señor enviaría y que debería ser
escuchado y obedecido?
Este profeta Jesús fue rechazado por
el pueblo judío a quien fue enviado primeramente. Su mensaje fue considerado
abominación por los dirigentes judíos de su época y hasta el día de hoy ocurre
lo mismo.
Pero su mensaje ha sido atendido y
creído por millones de millones de no judíos, que como yo, hemos entrado en las
promesas a Israel, confiados que en su momento, todo Israel también atenderá a
su mensaje.
Gracias Israel porque fuiste
separado por Dios para traernos vida. Es mi oración que el Rostro del Altísimo
resplandezca sobre ti y reconozcas al Dios de tu Salvación.
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