viernes, 5 de octubre de 2012

LA PROVISION DE DIOS EN TIEMPOS DE CRISIS



"YO SOY JEHOVA TU PROVEEDOR" 

Por: Dr. Emmanuel García Moreno


“Hoy me levanté temprano a buscar Su Presencia, en donde quiero estar.


Tuve que luchar contra el pensamiento de volver a la cama. “Me decía: puedes acostarte y dormir un poco más, porque te levantaste por las ganas de vaciar la vejiga por haber tomado tanta agua ayer de noche. Dos horas más de sueño; y, todavía será madrugada oscura cuando te levantes a orar; además estarás en su Presencia por largas horas del día”

El argumento era irrefutable, desde el punto de vista de una persona cargada de sueño, en una madrugada fría, silenciosa y oscura.

Me dije a mí mismo: ¡no! Es en su Presencia donde quiero estar; dos horas más para dormir no me van a enriquecer, pero en su Presencia me dejarán lleno de El, de Vida, de Fortaleza y de lo que necesito para hoy. Sujeté estos pensamientos y la modorra que me abrazaba con cariño, a la Autoridad del Nombre Santo y los llevé a los pies de Cristo.

Experimenté total claridad de pensamiento y libertad para comenzar a orar. En la medida en que avanzaba en la oración, en el entendimiento y en el espíritu, mayor libertad, claridad y gozo experimentaba.

Entré por sus atrios con acciones de gracia y cantos espirituales, lo cual de por sí ya es un milagro, porque soy muy desorejado. Puse mi corazón delante de El, pidiéndole lo limpiara y santificara para El.

Todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo lo presenté ante su presencia como un sacrificio vivo, aceptable y de olor grato ante El. Me presenté invocando el Santo Nombre de Cristo sobre mí, sabiendo que es la única manera de ser aceptados delante de El.

Porque todo lo que hagamos en el día a día debe ser en el Nombre de Jesucristo, para que suba de continuo el olor de Cristo ante la presencia del Padre; y así de esta forma, todo lo que hagamos, tiene Su aprobación. Entenderemos y comprobaremos cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Desde ayer empezamos a orar por la conferencia que realizaremos sobre los días finales de los cuales nos hablan los profetas de Dios y el Evangelio de Jesucristo en el mes de Diciembre.

Tuve convicción para darle el título a la Conferencia; el lugar donde será, la cantidad de personas que asistirán, el día del evento el presupuesto y valor del boleto para el mismo.

En ocasiones era como si hablara conmigo mismo y subía la convicción en el corazón. Mi oración principal era que toda su obra del 3/12/12, estuviese llena de su Presencia, desde el Título, las palabras de introducción, todo lo que se diga o haga, sea en el olor grato de Cristo.

Surge la confirmación del Título y lo demás.

El Título: LA PROVISION DE DIOS EN TIEMPOS DE CRISIS, vino acompañado de la Palabra que lo sostiene y es la bandera de la conferencia: 1 REYES. A mi interior surgió la frase: “Elías y la viuda de Sarepta.

Entendí de inmediato que ese era el Título.”


1Reyes:


“Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.


Y vino a él palabra de Jehová, diciendo:


Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán.


Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.
Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán.


Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.


Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.
Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo:


Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.


Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.


Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.


Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.


Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.


Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.


Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.
Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.”


Elías era un profeta de Dios. En la tierra de Israel había una sequía espantosa, que llevaba varios años ya, el pueblo pasaba hambre, atormentado por la aflicción y la angustia de un presente oscuro y de un futuro incierto y tenebroso.


Pero a éste Elías, del cual la Biblia no nos dice gran cosa de quien era, quienes eran sus hechos como hombre o su alcurnia, solo nos dice que era alguien quien estaba siempre en la Presencia de Dios.


Elías había descubierto que estar en la Presencia de su Dios, era mejor que disfrutar de cualquier deleite a su alrededor. Elías disfrutaba la Presencia de Dios; era amigo de El. ¿Qué puede haber de mayor atractivo parta un hombre o una mujer, que ser amigo de Dios y ser uno que oye su Voz?


El estar en la Presencia de Dios, le había agudizado sus oídos espirituales y él reconocía la Voz de su Dios. Su Dios le hablaba, porque es un Dios vivo; un Dios con el cual uno puede hablar y preguntarle cosas.


En aquel tiempo, Dios era conocido por el pueblo de Israel con su Nombre Jehová, el Omnipotente. Elías lo conocía con ese nombre, y como su Amigo, pero no lo conocía como Padre. Con el Nombre de Padre nuestro, lo podemos conocer nosotros, después que Cristo murió por nosotros.


En el tiempo de la sequía, Elías tuvo la revelación en su vida, de Dios como su Omnipotente, Soberano, Pastor y su Sustentador.


Su Dios le sustentaba de una manera prodigiosa. Primero le deja oir su Voz, que le da dirección e instrucciones. Como su Pastor, le guio junto a aguas de reposo. Le dio la dirección exacta a donde debía ir: al arroyo de Querit, cerca del Jordán,


Elías experimentó que cuando uno cultiva una vida de oración y amistad con Dios en los tiempos buenos; El cuidará de nosotros en los tiempos de crisis.


Dios es poderoso para dar órdenes a los cuervos para que nos alimenten en el día de crisis. En medio de la crisis, nos dejará oír su Voz, como buen Pastor, y nos dirá qué hacer y adónde ir y estar.

martes, 2 de octubre de 2012

EL MESIAS DE ISRAEL, SIMIENTE DE DIOS


Por: Dr. Emmanuel García Moreno
 
Juan: 14:16-23
 
¿Cuántos no queremos hoy que el Mesías se manifieste?
 
Estamos tan urgidos en nuestros días de la Presencia del Mesías, que haríamos cualquier cosa con tal de ser testigos de la manifestación de su Grandeza, Poder, Sabiduría, Magnificencia, Gloria y Majestad.
 
El Mesías fue anunciado desde el principio, cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso. Dios le dijo a la serpiente “pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente. Esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en la cabeza”.
 
El Mesías vendría a derrotar a Satanás, pero sería herido por él; así como él sería herido mortalmente por Aquel.
 
A Abraham y a su descendencia se les prometió que por intermedio de ellos, de uno de su descendencia, esto es de un judío, vendría la Simiente que traería bendición sobre todas las naciones.
 
En Génesis Jehová le declara a Abraham, en el mismo instante en que éste estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac, porque Dios se lo había pedido para probarle:
 
“Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo,
y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;
de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
 
En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.”
 
La Simiente prometida sería para bendición de todas las naciones; no solo de Israel. Esta Simiente vendría mediante la fe otorgada por Dios en el corazón del elegido para conocerle. La mayor obra del Mesías sería dar a conocer al Dios invisible a los hombres. El Mesías debería traer la revelación de Dios a los hombres, fuesen judíos o no.
 
El nacimiento de Sansón fue un tipo de lo que sería el nacimiento del Mesías prometido al pueblo de Israel. En el libro de Jueces se lee, en el capítulo 13:
 
“Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?
Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?”
Manoa pensaba que el Angel de Jehová era un varón de Dios. Lo confundió con un hombre y quiso saber su nombre para honrarlo el día que se cumpliera la promesa, lo cual indica que Manoa ansiaba la promesa pero no tenía fe. Por eso le dijo al que el creía que era un varón de Dios: honraré tu nombre después de cumplirse tu dicho.
 
El nombre con el cual se le presentó el Angel de Jehová fue Admirable, nombre con el cual señalaba hacia el Mesías que habría de venir
 
Así como Manoa, muchos hoy tienen los ojos velados y ausencia de fe en cuánto a la llegada del Mesías de Israel. Esto es sumamente peligroso para el destino de la nación.
 
Donde no hay visión clara, visión espiritual y falta de fe, hay espacio para el engaño.
Israel como nación escogida por Dios, estaba atravesando una condición lamentable.
 
Estaba dominada por sus enemigos, quienes se habían apoderado de ella y de sus riquezas. Además de ello, habían perdido la Presencia de Dios en la nación, porque se habían apartado del Camino de su Ley y Estatutos.
 
Después de la muerte de Josué y de la generación que cruzó el Jordán, se levantaron generaciones que no conocían a Jehová y se extraviaron. Se fueron tras los ídolos de los pueblos y naciones que habían dejado en la Tierra de Canaán, desobedeciendo así lo que Dios les había mandado, de destruir aquellas naciones y ocupar toda la tierra.
 
Dejaron a Jehová su Dios y se entregaron en manos de sus enemigos. Pareciera un contrasentido: salirse de las manos de Dios; para entregarse en manos de sus enemigos. Pero así ha sido la historia de Israel con su relación con su Dios.
 
Durante toda su historia; solo en contadas ocasiones estuvieron bajo la sombra del Omnipotente, a pesar de que el Altísimo les había prometido estar con ellos todos los días de su existencia como nación, bendiciéndoles y prosperándoles.
 
Pero a pesar de su rebeldía; Jehová les enviaba libertadores y guías, como en el caso de los jueces y los profetas, como Samuel, Elías, Eliseo y otros, sobre quienes el Espíritu de Dios se manifestaba, a pesar de que el pueblo no seguía a su Dios.
 
Estos jueces y profetas eran tipo del Mesías que les sería enviado, a quien Moisés llamó “un profeta como yo Jehová os levantará Jehová; a quien deberán oir su voz y obedecer”
Cada uno hacía lo que mejor le pareciese. Se habían olvidado de Jehová su Dios.
 
El Mesías manifestaría sobre sí, los nombres de Dios con los cuales se le daría a conocer en su obra en medio de su pueblo escogido, y, desde dónde saldría su anuncio a todas las naciones. En Isaías 9, leemos:
 
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
 
El Espíritu de Dios habla por medio del profeta, señalando varias de las manifestaciones que se darían en el Mesías anunciado y esperado. Lo primero a señalar es que sería nacido de mujer. Aquí es absolutamente innegable que nacería de una mujer, por la sencilla razón de que el hombre no puede parir.
 
El caso del nacimiento de Sansón, de Samuel y Isaac cuyas madres eran estériles y en el caso de la misma Sara, además de estéril era ya anciana, fueron concebidos por medio del Poder de Dios manifestado en sus vientres, previa interposición de una promesa por parte de Dios, lo cual los hace a todos ellos, tipos del Mesías que vendría en el futuro.
 
Los nombres que con los cuales se daría a conocer el Mesías en su carne de hombre, son interesantes. El primero es Admirable, Nombre con el cuál se le presentó el Angel de Jehová a Menoa. Dios Fuerte, Padre Eterno.
 
Este Mesías anunciado, obraría por el poder del Espíritu de Dios, trayendo la Presencia de Dios en él y obrando en su Nombre, como si Dios mismo estuviese actuando por medio de El. Sería parecido al actuar de los profetas de Jehová que hablaban y dejaban ver su poder, por el Espíritu de Jehová que venía sobre ellos.
Es lo que dice el profeta sobre El: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.
Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”

¿Puede un ser espiritual, creado por Dios, arrebatarle o sustraerle el Nombre a Dios? Entiendo que este Angel de Jehová, era Dios mismo en forma de hombre, una teofanía, apuntando hacia el nacimiento del Mesías con el mismo nombre que se encuentra en Isaías.
 
Noten que será un hombre de carne y hueso, pero en quien se manifestaría Dios Fuerte; significando que sería un hombre con la Presencia y manifestación de Dios como la Fortaleza de su pueblo, el Dios de su Refugio.
 
Además otro de sus nombres interesantísimos es el de Padre Eterno. Aquí les llamo la atención a la contradicción de los israelitas en los tiempos de Jesús el hijo de María y de José según se entendía, quien se manifestó en Israel como el Mesías anunciado, cuando el pueblo estaba bajo el yugo de los romanos y clamaba por liberación.
 
Se dice de este Jesús que nació de María, aun siendo virgen, a la cual un Arcángel, de nombre Gabriel, le anunció que el “Poder del Altísimo te cubrirá y concebirás un hijo.”
 
¿Sería extraño, que Dios hiciese el milagro de hacer parir a mujeres estériles, una de ellas de 90 años, por el poder de su Espíritu; y no haga parir a una virgen que no haya conocido varón?
 
Este Jesús fue muerto por instigación de los líderes religiosos de Israel, porque se dio a conocer como Hijo de Dios, y llamaba a Dios Padre.
 
Quiero que noten lo siguiente: en el Evangelio, no hay ninguna referencia a Dios como Jehová; sin embargo, hay tal cantidad de Nombres Nuevos de El, como el Pan que bajó del Cielo.
 
Cuando Cristo dice: Yo soy el Pan que bajó del cielo, se está declarando con el Nombre del que nos alimenta con su Vida. El es la Palabra de Dios que nos alimenta consigo mismo. El es nuestro Pan de cada día. “No solo de pan vivirá el hombre; sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”
 
Por eso dice la Escritura en la carta a los Romanos 3: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”
 
Pablo oraba “para que habite Cristo por la fe en nuestros corazones….ser fortalecidos con poder…”; lo cual debe llamarnos poderosamente el sentido de esta oración del apóstol.
Puedo entender, y te invito a que lo entiendas conmigo, que Pablo le está hablando a cristianos, que han recibido a Cristo en sus corazones, pero lo encontramos aquí orando para que Cristo habite en los corazones de los cristianos. ¿Qué significa esto?
 
Primero, significa que debemos orar por nosotros mismos y por nuestros hermanos y por nuestros hijos espirituales, esto es, por aquellos que hemos traído a los pies de Cristo, para que Cristo sea formado en sus corazones.
 
Cuando recibimos a Cristo en el corazón por la confesión de fe, por el Espíritu, al recibir esa Palabra de fe, estamos recibiendo la Semilla de Abraham, esto es Cristo en nuestro interior, en el corazón.
 
¿Recuerdan la parábola del sembrador?
La semilla es la Palabra que fue sembrada en nuestros corazones; fue la semilla de Cristo. Concebimos a Cristo en nuestros corazones, porque el Padre nos fecundiza con la Simiente Santa.
 
Así como cuando la Virgen María, concibió a Jesús en su vientre por la Palabra anunciada por el Arcángel Gabriel el día de la Visitación, y por el poder Espíritu Santo que la cubrió; de igual forma sucede con todo aquel que recibe la Visitación del Padre, quien por su Espíritu, nos fecunda con Su Semilla que es Cristo.
 
María concibió a Jesús hombre en su cuerpo carnal; nosotros concebimos a Cristo el Hijo de Dios en nuestro espíritu. Por esa causa recibimos Vida; recibimos todo lo que Cristo es, recibimos la plenitud de Dios, pero esta Vida tiene que desarrollarse dentro de nuestros corazones. Por esto es que Pablo oraba.
 
Pero en muchos de nosotros, Cristo todavía es un bebé, o un niñito, o un adolescente. Por ello Pablo dice: “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;
pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”
 
Dios quiere que comamos comida sólida como adultos en Cristo, significando que ya Cristo se ha desarrollado en nosotros, a una altura de adulto.
 
La semilla, esto es, la Palabra, o sea, Cristo; que ha sido plantada o fecundada en nuestro corazón debe germinar o nacer. Cristo debe nacer en nuestro corazón y desarrollarse por medio de la oración y la Palabra. El crecimiento lo dará Dios por medio de su Espíritu.
¿Podemos imaginarnos lo que será nuestra vida cuando Cristo, el Hijo de Dios, el Varón Perfecto esté en nuestro interior?....”hasta que todos lleguemos a la estatura de un varón perfecto.”.
 
Dios quiere que todos tengamos Su Semilla Santa, esto es Cristo, en nuestros corazones.
 
¿Ya recibiste la fecundación de Dios? ¿Ya recibiste a Cristo en el corazón?
 
Abre tu corazón y confiesa a Cristo como Hijo de Dios, Señor y Salvador; y, Cristo nacerá en tu interior. Tendrás Su Vida en ti y te conducirá a la Presencia del Padre cada día.
 
El Espíritu Santo o el Espíritu de Jehová, o el Espíritu de Dios, ahora estará en nosotros, cumpliéndose la promesa: es nuestro Ayudador, nuestro Consolador, como lo dice el Evangelio de Juan:
 
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?
Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.”
 
El Espíritu Santo viene a cada una nuestras vidas como la respuesta a la oración de Cristo al Padre. Viene a cumplir un encargo de parte de Cristo: traer la Presencia del Padre y del Hijo a nuestros corazones.
 
Ahora es cuando el Dios Eterno, quien en Cristo se nos ha revelado como Padre y como Hijo; hace morada en nuestros corazones. Esto es importante entenderlo, creerlo y aceptarlo, para que Cristo se pueda manifestar en nosotros y por medio de nosotros.
 

El Espíritu Santo, como Consolador, viene y hace morada en nosotros, habita en nosotros, pero no está solo; trae la Presencia del Padre y del Hijo. Cristo manifestaba: “Yo y el Padre Uno somos”, “el que me ha visto; ha visto al Padre” “el Padre que mora en mí, El es quien hace las obras que yo hago”.
 
La Presencia del Padre en Cristo, producía las obras de Cristo, las cuales hasta ahora nos maravillan. La Presencia del Padre y Cristo en nuestros corazones, deben producir las mismas obras que hacía Cristo: “las obras que yo hago; vosotros las haréis también y mayores las haréis”
 
La Presencia de Dios en la Tierra durante el período de la Ley estaba confinada al Templo en Jerusalén. Antes de la construcción del Templo por Salomón; Dios habitaba en el Tabernáculo de reunión y se manifestaba en el lugar Santísimo.
 
Ahora ese templo ya no existe, y en Cristo la Presencia de Dios está en cada corazón que ha creído en el Hijo de Dios y lo ha recibido en su corazón. Así como Dios se manifestaba en el Tabernáculo o en el Templo en Jerusalén; hoy quiere manifestarse en la vida de cada uno de los que invocamos el Nombre de Jesucristo en nuestras vidas.
 
Así como El anduvo en los días de su ministerio terrenal, haciéndole bien a todo el pueblo, a los necesitados de salud, liberación, aceptación, ver, oir, caminar y tantas otras cosas extraordinarios que hizo; asimismo quiere seguir haciendo, pero ahora por intermedio nuestro.
 
Oro a mi Señor cada día. Para que su Presencia esté en mí, como estuvo en Pablo, en Pedro, en Juan, en Esteban, en fin, como estuvo en Cristo. Quiero Conocerle en todo su esplendor, quiero ver su gloria en mí. Quiero que Cristo habite en mí por la fe. Quiero no vivir más y que Cristo viva en mí, para poder proclamar como Pablo: “Ya no vivo yo; mas vive Cristo en mí”.

Cristo es la Semilla proclamada por Dios a la serpiente antigua: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la Simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
 
Es la Simiente prometida a Abraham: “En tu Simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.”
 
Jesucristo es el Mesías anunciado, la Simiente Santa que nos fue dada para llevar mucho fruto para Dios. Tanto judíos como no judíos tenemos acceso a esta Simiente mediante la fe.
 
Que el resplandor de la Gloria del Señor sea sobre sus corazones y le revele al Mesías, esto es a Jesucristo en sus vidas.