sábado, 3 de noviembre de 2012

SERÉ COMO ARBOL FRONDOSO

Por: Dr. Emmanuel García Moreno


“Seré como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que doy mi fruto en su tiempo, Y mi hoja no cae; Y todo lo que hago, prosperará.”


Sal.1:3 (VPAPF)*




Hoy hemos de compartir este hermoso salmo, el cual el Señor por su Espíritu Santo, me ha hecho comprender un poco más de lo que lo había hecho días atrás.




He aquí el salmo en su totalidad:




1. Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;


Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.


Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.


No así los malos, Que son como el tamo que arrebata el viento.


Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos.


Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá.”




Por ser un salmo pequeño en extensión, aunque no en profundidad, porque hay en él una riqueza inagotable de sabiduría divina, compartiremos el mensaje global que está encerrado en él.




Con la ayuda del Espíritu de Verdad que nos ha sido dado, obtendremos parte de su riqueza.




Si bien el pasaje está centrado en Cristo desde el principio hasta el fin; también se relaciona al varón que está unido a El y los resultados de esta relación. Tiene implicaciones en el pasado, presente y futuro de aquel que cree en la Palabra de Dios, esto es, en Cristo.




En un vistazo rápido al salmo, éste nos habla de un pasado, un presente y un futuro de aquella persona que entra en una relación con la Palabra de Dios; recordando, que debemos entender la Palabra de Dios como el Verbo de Dios.




El salmo es una exposición de los beneficios que recibe una persona, sea hombre o mujer, niño o adulto, cuando establece una relación estrecha con la Palabra de Dios.




Entrar en una relación estrecha o íntima con la Palabra de Dios; es entrar en una relación íntima con Cristo Jesús, quien es el Verbo hecho carne.




En el Evangelio del apóstol Juan, en sus primeras líneas podemos recibir esta verdad:




“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.


Este era en el principio con Dios.


Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.


En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.


La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella…




Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.


En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.


A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.


Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.


Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”




Estamos ante la introducción más hermosa a la cual podemos exponernos: la introducción al conocimiento del Hijo de Dios. Me dan muchas ganas de entrar a explicar este pasaje, pero debo contenerme, porque no es el tema central de la meditación de hoy.


Del pasaje de Juan extraigamos solo algunas verdades generales.
Cristo es Dios. Era en el principio con Dios, o sea, es pre-existente. Es el Verbo de Dios, entendiendo por Verbo, la Palabra en acción, la Acción de Dios.




Todo fue creado por El, en El y para El. Aquí sin lugar a dudas se hace la declaración de la igualdad de Cristo con Dios. El Padre y el Hijo. Esta declaración y esta Verdad son importantísimas porque ellas separan a los que son de Dios de aquellos que no lo son.




Los que son de Dios, creen y aceptan esta revelación, los que no la creen, quedan excluidos de todo lo que Dios ha hecho en Cristo, incluyendo la Nueva Creación.




En Cristo está la Luz de la Vida. Otra Verdad poderosa. Cristo Jesús es Vida; es Luz. Es Luz que produce Vida.




Cristo puede ser rechazado o aceptado. Reconocido o no.




Cuando habla de reconocimiento, habla del misterio de la encarnación: El Creador, tomó un cuerpo de hombre y habitó entre nosotros. Por hacerse hombre, igual a nosotros en todo, confundió a muchos.




No que Cristo sea confusión, sino que dentro de nuestra naturaleza, nos es difícil comprender y aceptar que el Creador de todo lo que existe, se haya humillado a sí mismo, tomado forma de hombre, haya dejado su forma de Dios, dejado su gloria y limitándose a sí mismo, por amor a nosotros, se hizo hombre.




Y si fuera poco el hacerse hombre; se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta morir en la cruz, con una muerte tan degradante, el equivalente a la muerte en una silla eléctrica o en la horca, como cualquier malhechor.




Todo aquel que reconozca a Cristo como Hijo de Dios, crea en El y lo reciba; Dios el Padre le da la potestad de ser hecho hijo de Dios. Esta es otra de las grandes y poderosísimas verdades de esta porción de Juan.




Note que el ser hijos de Dios está condicionado a creer y recibir a Cristo como Hijo de Dios, como Dios. Es un acto de la voluntad, en el ejercicio del libre albedrio.




Enfatizo el hecho de recibir la potestad de ser hechos hijos de Dios, porque es la verdad enlazada con el salmo 1.




Entendiendo que la persona de Jesucristo divide a la humanidad en los que creen y los que no creen. Los que creen en El, entran en una dimensión de hijos de Dios, a partir del momento en que creen y lo reciben.




Los que no creen, permanecen en tinieblas, ya que la luz que alumbra a todos los hombres es Cristo; y si tenemos a Cristo, por haberle recibido, entonces tenemos la Luz en nosotros y no podemos estar en tinieblas.




Teniendo estas verdades en la mente y en el corazón; veamos el salmo en detalle.




El salmo, como les indiqué al principio, abarca el pasado, presente y futuro de aquel que ha creído.




Veamos en detalle el salmo:


“Bienaventurado…




Inicia con una declaración de bienaventuranza.




Lo primero que debemos hacer es tratar de definir y entender el término bienaventurado.




Cualquier definición que Ud tenga es buena. Yo le comparto la que encuentro en el diccionario de la lengua española, sin asegurar que es la mejor o la más apropiada o la más cercana a la que el Espíritu de Dios quiso transmitirnos, pero nos da una idea de lo que le espera a aquel varón que cumple con lo establecido en esta porción.


Una definición apropiada de bienaventurado, es aquella persona que por la gracia de Dios, tiene el privilegio de ver y tener comunión con el Dios Altísimo.




También se puede definir al bienaventurado, como aquella persona que obtiene la plenitud de la dicha o felicidad humana, relacionándose con Dios.




Esta dicha o felicidad humana, es alcanzada por distintos apetencias que operan en el interior del hombre y que solo Dios puede satisfacer; por lo cual, el hombre en búsqueda de esas satisfacciones, las encuentra solo en Dios. Entendiendo que son alcanzables y están a disposición de todo aquel que quiera obtenerlas.




El Señor Jesús, en el Monte de los Olivos, proclamó las bienaventuranzas, como un estado que el hombre puede alcanzar si oye su Voz. Lea Ud Mateo 5,6 y 7 y comprenderá mejor lo que voy a afirmar.




Jesús en el Monte de los Olivos expuso ante la humanidad su doctrina. El hace un contraste entre la vida bajo la Ley y la vida bajo la fe. Lo que El en el Monte proclama, es que su Palabra nos abre la puerta a una vida más amplia , rica, profunda y elevada, que la vida que podamos vivir bajo la Ley.




Lo que el hombre conocía hasta que Cristo viniera al mundo era la Ley dada a Moisés. Esta Ley, era hasta ese momento, la Luz dada a los hombres.




La Ley le fue dada a Moisés por este mismo Cristo, que ahora estaba cercano a su pueblo. El Dios del Sinaí, ahora estaba ahí sentado en el Monte de los Olivos, enseñándole a los que le rodeaban.




En el Sinaí, el Monte temblaba y humeaba por la Presencia gloriosa del Verbo de Dios, que hablaba con Moisés. En los Olivos era la misma Presencia, pero ahora en su ropaje de carne.




En el Monte de los Olivos, el Verbo de Dios, Cristo, el Hijo de Dios, estaba magnificando la Ley.




Pero además de magnificarla; también la estaba haciendo más accesible al hombre. El estaba ahí para acercar el hombre a Dios.




La exposición de sus Palabras, alumbraron a los que estaban con El en el Monte. Reconocieron que El les hablaba con Autoridad.




Cristo les comunicaba a los hombres en ese lugar; que había llegado el momento de alcanzar la bienaventuranza. La bienaventuranza ahora estaba al alcance de todo aquél que quisiera extender su mano y tomarla.




La completa felicidad y dicha del hombre está en la comunión con Dios por medio de su Palabra.




Cristo sabía que en poco tiempo, El daría su vida en la cruz, para abrir el camino al hombre para entrar en comunión con el Padre. El había venido para abrir el Camino que nos conduciría a la Casa del Padre.




Por eso proclamaba las bienaventuranzas. En definitiva: la bienaventuranza está a nuestro alcance por medio de Cristo, por medio del Verbo de Dios; por medio de la Palabra de Dios.




Cuando el Espíritu de Dios inspira al autor del salmo a proclamar “Bienaventurado…” está apuntando a la Encarnación del Verbo de Dios, quien haría, ha hecho y hará posible la entrada a esta felicidad plena.




….Bienaventurado el varón….


Se refiere al hombre o la mujer, aunque no lo exprese pero está implícito.




La mujer está incluida porque del varón fue tomada y el decreto divino sobre ella es que sus deseos estarán sujetos al varón; sea el padre o al marido. Esta promesa se cumplirá en ella viviendo sujeta al varón de su casa.




Le guste o no a la mujer moderna, la plenitud de su bienaventuranza está en su posición de sumisión ante el varón.




Por eso el salmista no discrimina entre el hombre y la mujer. Declara: Bienaventurado el varón, incluyendo a la mujer en su rol delante de Dios.




En la iglesia primitiva se reafirmó el orden de Dios entre el hombre y la mujer: las viudas jóvenes debían casarse, para estar sujetas a sus maridos; pero si eran ancianas o mayores, deberían estar sujetas a los ancianos de la iglesia.




Lo que enseña la Palabra sobre la sujeción de la mujer es válido en nuestros días.




A mis amadas hermanas en Cristo les digo: el Señor las quiere sujetas a la autoridad, para protegerlas del engaño de satán. En el Edén, la que fue engañada por la serpiente fue Eva, no Adán. Lo que nos enseña que la mujer es más débil a las artimañas del diablo.




No existe ser humano más vulnerable a los engaños espirituales que una mujer sin una autoridad masculina sobre su cabeza. Si Ud. es una mujer que vive sola, busque estar bajo autoridad de su padre si está vivo o de los ancianos de la iglesia, pero busque pronto la autoridad idónea sobre Ud. y sujétese a esa autoridad.




En los asuntos de la fe, siempre consulte con esa autoridad y sujétese a ella. Incluso cuando vaya a ayunar, ponga en conocimiento a su autoridad para que ésta extienda una cobertura espiritual sobre su vida.




Esto lo comparto porque en estos tiempos postreros, estará operando el espíritu de error, de engaño y de mentira y Ud. debe estar protegida. El espíritu de rebelión en el cual operan o viven muchos creyentes, le abrirá las puertas de sus vidas al engaño y el error.




Cuando leemos “Bienaventurado el varón…” entendamos lo expuesto anteriormente. La mujer bajo autoridad, recibirá la bienaventuranza.




El varón debe entender que su responsabilidad como cabeza, si es padre de familia, lo lleva a velar por su mujer y por sus hijos. Tiene que darle cuenta a Dios por su casa. Es el responsable primario de hacer que su familia viva en la plenitud a la cual hemos sido llamados en Cristo Jesús.




El hombre, cabeza del hogar es el llamado a entrar a los lugares celestiales y atender las necesidades familiares delante del Trono del Altísimo. Es el sacerdote del hogar. Debe orar por si y por su familia. Debe levantarse como un guerrero espiritual, vestido con toda la Armadura de Dios y someter a los enemigos de Cristo bajo sus pies, por el poder del Espíritu Santo que opera en el.




Debe proveer para su casa primero, de toda la provisión de Dios para los suyos. Poderosas en Dios son las armas del hombre que ocupa su lugar como cabeza.




Esta es una bienaventuranza condicionada. Es una gracia que hay que cultivar; es una provisión de Dios para que nos ocupemos de y en ella y obtener fruto de nuestra dedicación.


…Que no anduvo…ni en consejo ni en camino

Habla del tiempo pasado. Debemos recordar que en Cristo somos nuevas criaturas y las cosas viejas pasaron, en Cristo estamos muertos al pecado, nuestro viejo hombre murió.

Al principio, cuando leía este pasaje, me frustraba porque yo sabía que había andado en consejo de malos y en silla de escarnecedores, hasta que entendí que como nueva creación, he sido hecho nuevo. Ante los ojos de mi Padre soy 0 kilómetros.


La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado y nos libera de la muerte y el pecado. El Señor no se acuerda de nuestros pecados, los echó a lo más profundo del mar, para que no pudiéramos sacarlos ni con el pensamiento.



Lo que el salmista está trasmitiendo es que en Cristo somos nuevas criaturas y ante los ojos del Padre, no existe ningún pasado por el cual avergonzarnos o condenarnos. Es como si nunca hubiésemos pecado. Esto es santificación y justificación por la fe.




Debo aprender a mirar hacia atrás y solo ver la obra de salvación que Cristo ha hecho conmigo. Mi vida pasada solo llega hasta la cruz del calvario. Cuando vine a los pies de Cristo por la fe; mi hombre viejo o mi vida pasada quedó clavada en la cruz juntamente con Cristo.




Ahora soy una nueva criatura en Cristo Jesús. Ahora soy un hijo de Dios. Mi vida empieza a contar desde el momento en que nací para Dios por la fe en su Hijo Jesucristo. Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.




Debo aprender a vivir sin ninguna condenación sobre mí. Soy libre del pecado por la fe en Cristo. Lo que era imposible por la Ley, ahora lo obtengo de gracia por medio de la fe en Cristo.




Dice Romanos 8



“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.



Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.



Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.



Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.



Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.”




Aquí hay sabiduría para quien la quiera recibir.




Todo aquel que quiera vivir sin condenación, sea en esta vida o cuando Cristo venga; debe vivir en el Espíritu.




Por el Espíritu nacemos nuevamente para Dios, por medio de la fe en Cristo. Por el Espíritu, debemos vivir esta nueva vida. Es solamente por el Espíritu de Dios, que estamos capacitados para vivir la vida en Cristo.




Es de esto que trata este salmo. La vida en el Espíritu.




Seguiremos mañana con el tema.

viernes, 2 de noviembre de 2012

MIRANDO DILIGENTEMENTE COMO ANDAMOS EN CRISTO.


 

 

Por: Dr. Emmanuel García Moreno

 

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”

 

Efesios 5:6-20

 

La Palabra a compartir hoy tiene que ver con nuestro caminar diario en Cristo.

 

La vida cristiana no es algo místico o extraordinario, en el sentido de estar esperando ver milagros y maravillas a cada paso que damos en nuestras vidas.

 

Si le prestamos atención a los relatos de la Escritura, en los cuales se nos habla de hechos extraordinarios, estos ocurren en medio del ejercicio de un ministerio o de una obra realizada por algún siervo llamado por Dios para realizar una obra en específico.

 

En la historia de Israel, en los libros de la Ley o de los profetas, la maravilla, señal o prodigio ocurría cuando Dios le revelaba a su siervo algo que debería hacer, en cuanto ejercía su ministerio por el cual fue llamado.

 

En la historia de la iglesia, vemos el poder de Dios manifestado, en cuanto se cumple el mandato de predicar el Evangelio a toda criatura.

 

Esto es necesario entenderlo y comprenderlo, porque esta dinámica no ha cambiado al pasar de los siglos.

 

Los apóstoles tomaron tiempo y buscaron asegurarse de que la iglesia del Señor estuviese bien enseñada sobre estos menesteres, porque ya en el primer siglo, las falsas enseñanzas y las corrientes novedosas de doctrinas engañosas, pugnaban por arrastrar a los creyentes fuera del Evangelio de salvación.

Las enseñanzas de los apóstoles, que han llegado hasta nosotros a través de las cartas enviadas a las iglesias, están orientadas, en un alto porcentaje, a corregir las distorsiones del Evangelio que eran introducidas de continuo a las iglesias.

 

Quiero que Ud. note conmigo, que el llamado Nuevo Testamento, que yo insisto en llamar Evangelio, se compone de 4 secciones bien definidas: 1- Los escritos de los evangelistas, que nos relatan los hechos,  enseñanzas, vida, muerte y resurrección de Jesús; 2- El nacimiento y crecimiento de la iglesia en el libro de los Hechos; 3- Las cartas de los apóstoles y 5- Las revelaciones proféticas del Apocalipsis.

 

Cuando Ud. lee las cartas de los apóstoles, notará que ellas surgen como consecuencia de algún problema por la cual atravesaba algún sector de la iglesia, ubicado en alguna parte de la geografía en  la cual había sido predicado el Evangelio de Cristo.

 

Me llama poderosamente la atención, que los apóstoles no solo predicaban, sino que también enseñaban a la grey y discipulaban a otros para que se hicieran cargo de las iglesias en cuánto ellos seguían su camino anunciando las virtudes de Cristo.

 

Ellos encomendaban la obra del Señor al Espíritu Santo y a los ancianos que dejaban tras sí. Esto nos habla de que su enseñanza era poderosa y eficaz. La lectura cuidadosa de algunas de las cartas de los apóstoles, nos dan luces acerca de la enseñanza que ellos impartían a la iglesia.

 

Me parece ver a las iglesias en los distintos pueblos y aldeas, aún ciudades importantes, que iban creciendo en número y también en el conocimiento del amor de Dios, creciendo en Cristo, de acuerdo a las enseñanzas de los apóstoles.

 

En estas iglesias, operaba el poder del Espíritu Santo y el poder de la Palabra de Dios, transmitida oralmente por los apóstoles y por sus discípulos y también por las cartas que eran leídas en ellas, si tenían el privilegio de tener alguna copia de ellas.

 

En nuestros días tenemos el favor de Dios de contar con toda la Escritura santa a nuestra disposición, la cual podemos tener en diferentes formatos y dispositivos. Hoy en día debería abundar más, la enseñanza de las Escrituras que en cualquier momento de la historia.

 

¿Es esto así?

 

Medito sobre la enseñanza que se le impartía a la iglesia de los primeros cuatrocientos años, que hizo de ella una iglesia robusta y poderosa en hechos y en palabras.

 

Lo poco que sabemos de la iglesia de los primeros cuatro siglos, es que era perseguida y atribulada. Ser cristiano en aquellos días era sinónimo de perder la vida, bienes y familia.

 

El Evangelio contendía contra la vida disoluta en que vivía el mundo. La idolatría y el desenfreno de las pasiones campeaba en el mundo, hasta llegar el Evangelio, que llamaba a sus seguidores a vivir la vida que agradaba a Dios y que hacía contraste con la vida que vivía el resto de los mortales.

 

El Evangelio de Cristo impactaba de tal manera la vida de la gente, que dejaban aquella manera disoluta de vivir y abrazaban la vida sencilla del seguidor de Cristo el Hijo de Dios, aun a riesgo de ser vistos como una amenaza para el estilo de vida de los demás.

 

¿Cuál era la forma de vida de los primeros cristianos, que amenazaba al Imperio más poderoso sobre la tierra y al estilo de vida imperante?

 

¿Cuál era el atractivo que tenía la iglesia o los creyentes, que hacía que su mensaje fuese tan irresistible y poderoso?

 

¿Puede Ud. imaginar la pujanza de la iglesia en sus primeros cuatrocientos años, que sin la presencia de los apóstoles, crecía imparable a pesar de ser perseguida y diezmada bajo los golpes poderosos de la espada y del martirio espantoso  en circunstancias tan atroces como el ser despedazados por las fieras, quemados por las llamas, clavados en las cruces, e innumerables formas crueles de muerte?

 

¿Qué se le enseñaba a mis hermanos en la iglesia primitiva, que no vacilaban ante la certeza de una muerte atroz?

 

Examino las Escrituras en busca de esa enseñanza y me encuentro una y otra vez con el Evangelio predicado por nuestro Señor Jesucristo y por sus santos apóstoles. No encuentro nada diferente ni novedoso.

 

El Evangelio de la Salvación se puede enmarcar en pocas palabras: Dejar la vida gobernada por nuestras pasiones, producto de los deseos de nuestra carne; y seguir la vida del Espíritu, apegados a la Palabra de Dios, que es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino.

 

Es el contraste entre una vida gobernada por la carne y sus deseos y una vida gobernada por el Espíritu de Dios que nos ha sido dado y sus deseos.

 

Nos toca a nosotros discernir entre los deseos de la carne y los del Espíritu, que batallan en nuestros cuerpos y decidir a quien obedecer y seguir.

 

Recordando que el que siembra para la carne, de la carne cosechará corrupción; pero, el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará Vida Eterna.

 

En este contexto, quiero invitarte a examinar conmigo este pasaje de Efesios 5:

 

“Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia…

 

El apóstol Pablo escribe  a la iglesia llamando la atención a los creyentes sobre su responsabilidad de velar y cuidar la fe que les fue entregada una vez y en la cual viven.

 

Los hermanos en Efeso vivían conforme al Evangelio, pero  recibieron enseñanzas diferentes a las que habían recibido por boca del apóstol y empezaron a desviarse del Camino de Cristo.

 

El apóstol les dice: “Nadie os engañe con palabras vanas…”

 

Pablo había sembrado la buena semilla en estos hermanos y ella crecía saludable y vigorosa. Estaba llevando abundante fruto, como buena semilla que era. Pero el enemigo del Reino, esto es satanás, no se había quedado tranquilo; empezó él también a sembrar su semilla de mentira en el corazón de los creyentes de Efesos.

 

Los hermanos empezaron a ser turbados y a andar de manera diferente  a como habían sido enseñados. Lo cual nos debe llamar la atención a lo frágil que es el Camino de la fe.

 

Note que el apóstol apela a la responsabilidad personal del creyente. Cada cuál debe velar por sí y por la manera en que cree y vive.

 

En otras palabras dice: “No te dejes engañar por nadie”

 

¡Oh!

 

Encuentro tal ingenuidad y simpleza en mis hermanos en Cristo hoy, que son fáciles presas del engaño. Algunos piensan: “Este hermano predicador es incapaz de engañarme….porque predica muy bien”

 

Con este pensamiento, no toman tiempo para discernir si lo que ese hermano predicador esta predicando desde el púlpito está conforme a la sana doctrina o no.

 

¿Cuántos hermanos no hay hoy, que son incapaces de examinar los mensajes de los diferentes predicadores o pastores, porque los consideran ungidos de Dios y temen juzgar sus enseñanzas?

 

¿Cuántos hermanos no hay que desprecian esta exhortación de “Nadie os engañe con palabras vanas…”?

 

Nadie significa nadie.

 

¿Podemos entender que existen palabras vanas que fueron enseñadas en las iglesias desde el primer momento de su nacimiento, pero que los apóstoles velaban y vigilaban para que no prosperaran?

 

Estas palabras vanas siguieron siendo enseñadas en las iglesias y la única forma de contener, y contrarrestar su influencia nefasta, fue con la enseñanza del Evangelio dado por los apóstoles de Cristo.

 

El Evangelio en sí mismo es un poderoso antídoto contra las falsas enseñanzas en todos los tiempos.

 

Por lo cual exhorto a quienes leen estas palabras, que se apeguen al Evangelio tal y como nos ha sido dado. No deje que por diversos subterfugios lo vayan moviendo poco a poco del mismo. Sea celoso de lo que nos ha sido dado y entregado a través de los siglos.

 

Comparto con Ud. una aprensión que siempre me ha acompañado y que mantengo viva hasta ahora y creo me ha ayudado a conservarme en el viejo, anticuado pero efectivo Evangelio.

 

Toda vez que escuchaba a algún predicador decir: “…vayamos a lo que dice el griego en el original…”, mi corazón latía apresurado y me ponía alerta. Me preguntaba ¿Todos los que han leído hasta hoy esta porción de la Palabra se perdieron el verdadero significado del pasaje porque fue traducido mal?

 

Siempre fui cuidadoso de recibir sin escudriñar bien, cualquier nueva enseñanza basada en la interpretación de algún pasaje, fundamentado en el significado de una palabra del original mal traducida por Reina y Varela. Cuando oía a alguien decir palabras más palabras menos, pero con este sentir: “Basado en el original y en esta traducción nueva que es la verdadera y que he encontrado después de haber estudiado el griego antiguo…”

 

Hace más de 30 años empecé a escuchar a muchos predicadores hacer uso de esta fórmula del griego antiguo, para torcer un poquito el significado que se le daba a un pasaje de la Escritura, y de esta forma introducir una nueva enseñanza, calificándola de “Revelación” o “Rema de Dios”.

 

Las iglesias recibían esta nueva revelación con entusiasmo y se apoderaban de la nueva enseñanza, dejando atrás siglos de doctrina.

 

Hoy veo con tristeza como muchos hermanos navegan entusiasmados en corrientes de doctrinas diferentes a la sana doctrina que está claramente establecida en el Evangelio recibido por boca de los apóstoles.

 

Estas corrientes nuevas empezaron con un inocente y tímido “Considerando el significado del griego antiguo…”

 

Los hermanos en las iglesias que no habían estudiado el griego antiguo, tenían que depositar toda su confianza en el predicador que sí lo había estudiado y no sé con qué fórmula milagrosa se había convertido en un experto tal, que incluso ponía en tela de duda la versión de Reina-Varela de los 60, la mejor traducción a mi entender, de la Biblia.

 

Veo con dolor a muchos pastores y predicadores, ser los porta-estandartes de estas nuevas corrientes de doctrina que contradicen el Evangelio de Cristo. Se han apartado de la cruz de Cristo y predican sobre las riquezas del mundo y como obtenerlas. Han caído en el engaño de satán y arrastran tras de si y de sus enseñanzas a miles de creyentes ingenuos y simples, que sin discernimiento, acogen entusiasmados sus predicaciones a causa del prestigio logrado por tal o cual siervo del Altísimo.

 

Escucho sobre el trueque que se promociona desde los púlpitos, en el cual el creyente lleva su ofrenda y pacta por una bendición de Dios, sin que medie una vida de consagración al Dios tres veces Santo, de la comunión con El, ni tampoco la alusión a la Soberanía y Santa Voluntad del Padre en el asunto.

 

Examino esta nueva  doctrina a la luz del Evangelio de Cristo, y no le encuentro asidero alguno en las Escrituras. Es rebajar a mi Dios Santo, Alto y Sublime a la figura de un comerciante inescrupuloso. Mi alma rechaza este nuevo evangelio.

 

Prefiero quedarme con mi antiguo Evangelio de Cristo, Pablo, Pedro, Juan, Mateo, Marcos, Lucas y otros apóstoles que conocieron a mi Señor; que aceptar este nuevo y rutilante evangelio de los nuevos apóstoles.

 

Le decía Pablo a Timoteo entre otras cosas:

 


Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;  por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia…….
 

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.


Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.


Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.”

 

No puedo dejar de atender esta exhortación de Pablo a Timoteo su discípulo amado. La tomo para mí y cuánto más en este tiempo, que es el tiempo del fin o tiempos postreros de los cuales nos advirtió el apóstol. No quiero apostatar de la fe.

 

Apostatar de la fe no es solo negar que Jesús es el Señor y el Hijo de Dios. Apostatar de la fe es recibir enseñanzas engañosas y contrarias al Evangelio, que nos sacan del Camino. En el contexto de lo que el apóstol dice, está esta advertencia.

 

Apostatar de la fe, significa también, dejar la fe una vez dada a los santos y abrazar una fe diferente, mediante doctrinas diferentes, que nos pueden hacer creer que estamos en la verdadera fe pero en realidad nos hemos desviado tras palabras vanas, palabras sin contenido de Vida.

 

Hoy se predica un evangelio sin Vida Eterna, que se escucha bien, alegra nuestros oídos pero está vacío de Cristo. Ojo.

 

Pueden mencionar mil veces el Nombre Santo en sus enseñanzas pero su evangelio es vano, porque no está cargado de las Palabras del Padre, las Palabras de Cristo; sino de huecas palabrerías de humana sabiduría.

 

Mire amado hermano, el Señor Jesucristo nos alertó sobre los últimos tiempos antes de su Regreso, cuando aparecerían falsas enseñanzas y doctrinas. Nos dijo que el engaño y el error serían tan abundantes y nocivos, que aún  los escogidos  podrían caer en sus lazos.

 

El apóstol Pablo sigue en su disertación a la iglesia de Efeso y a nosotros:


“No seáis, pues, partícipes con ellos.

 

Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor.


Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.


Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo.


Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.


No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”

 

Cada una de estas porciones tiene bastante material para compartir, pro no es del interés hoy el hacer un estudio exhaustivo sobre este pasaje. Solo llamarle la atención al llamado del apóstol a ser diligentes en mirar como estamos andando en Cristo.

 

Es nuestra responsabilidad individual y personal como creyentes, de velar por la fe que hemos recibido y mantenernos en ella. Como siervos del Altísimo, no solo debemos velar por nosotros mismos, sino también por la grey que ha sido puesta a nuestro cuidado.

 

He presenciado como es impopular hoy presentar la sana doctrina, porque riñe con las enseñanzas hoy aceptadas alegremente en las iglesias. He vivido como se te escudriña cuando hablas de la II Venida de Cristo y de la aflicción por la cual ha de pasar en parte la iglesia.
 
El diablo se levantó a sembrar cizaña entre el trigo. la sana doctrina es el trigo, la cizaña es la falsa doctrina, el engaño y la mentira disfrazados de evangelio moderno.

 Hoy se enseña que la iglesia no está para el sufrimiento y la aflicción. Que estas cosas son ajenas a la iglesia de Cristo. Que la iglesia con el poder de Cristo alejará de sí la tribulación, la pobreza, la enfermedad, la muerte y la persecución, porque está llamada a establecer el Reino de Dios Ahora, por el poder que nos ha sido dado.

 

El Evangelio que recibí de los apóstoles de Cristo y me ha sido enseñado por el Espíritu, de dice todo lo contrario. Somos llamados a padecer igual a como padeció el Señor. Si a El lo persiguieron; a nosotros también. Si a El lo despreciaron; a nosotros también. Si El tomó su cruz y siguió hacia adelante, cumpliendo la Voluntad del Padre; nosotros también somos llamados a tomar nuestra cruz y seguir a Cristo.

 

El Evangelio que he recibido y quiero mantenerme en él, por las misericordias de Dios y por su gracia, es el Evangelio de la cruz de Cristo.

 

Extraigo de Mateo 24, que Ud. debería leer, el siguiente extracto:

 

 “Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

 

Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”

 

Note Ud. la similitud de las Palabras de Cristo y del apóstol Pablo.

Pablo dice “Nadie os engañe con palabras vanas…” ; Jesús dice “Mirad que nadie os engañe”

 

¿Sabía Ud. que la palabra Cristo significa Ungido?

 

La Palabra se usa para señalar al Hijo de Dios como el Cristo; pero también se utiliza para señalar a los siervos ungidos por el Espíritu de Dios.

 

Entendamos que cuando dice “vendrán muchos en mi nombre diciendo: yo soy el Cristo”; debemos leer y entender: “vendrán muchos en mi nombre diciendo: yo soy el ungido”

 

La expresión: “el ungido” está muy de moda hoy.

 

Decimos alegremente: “el ungido predica hoy”, sin discernir que estamos hablando palabras a las cuales se refirió el Señor hace siglos atrás y que nos llamó la atención sobre ellas, de tener cuidado con quienes llamamos “ungidos” o “cristos”.

 

Cristo, en los días de su carne, Ungido por el Espíritu de Dios, anunció buenas nuevas. Hoy en día, muchos hombres y mujeres ungidos por el mismo Espíritu deben llevar las mismas nuevas de salvación, sin añadirle ni torcerlas un ápice del significado que le dieron Jesús y sus apóstoles.

 

Estoy convencido de que esta exhortación toma mucha fuerza en estos días. Oro a mi Señor que Ud. atienda a ella y empiece a examinar toda enseñanza que ha recibido y está recibiendo de quien quiera que sea.

 

No importa el nombre glorioso que tenga el predicador que le está nutriendo desde el púlpito. Ud. debe velar por sí mismo y mirar si hay engaño en esa predicación o enseñanza.

 

Ud. no está llamado a juzgar al siervo de Dios; pero sí está llamado a juzgar su enseñanza.

 

Vele por su vida hermano y hermana. Estamos en los postreros tiempos de los cuales nos habló el Señor y los apóstoles y ya opera en medio nuestro el engaño y las doctrinas de demonios, que son muy parecidas a la doctrina de Cristo, pero han introducido herejías destructoras.

 

Estas doctrinas extrañas no han venido del mundo, vienen del mismo infierno y sus portadores no son extraños al evangelio.

 

Si un inconverso se para enfrente de uno de nuestros púlpitos y pretende enseñar alguna doctrina contraria a la sana doctrina; lo reconocemos de inmediato. Pero qué difícil es reconocer a un hermano que enseñe o predique el Evangelio y trae una doctrina errada.