viernes, 19 de octubre de 2012


UN GUIA EFICAZ

 

 

Por: Dr. Emmanuel Garcia Moreno

 

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”

 

Cristo está interesado en conducirnos mediante una guía amorosa, por sendas en las cuales podamos experimentar la gloria del Padre, en cuanto atravesamos y nos rodean las tinieblas de la mortandad que se desatará sobre la tierra en poco tiempo.

 

Es lo que dice Isaías:

 

“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.


Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.


Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.”

 

Y en otra parte también dice:

 

“Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé”

  

Las sendas de justicia se refieren a los caminos en los cuales debe andar el hombre, que son gratos delante de Dios y que han sido revelados por la Palabra de Dios.

 

… Me guiará…”

 

Esta Palabra debe entenderse como una consecuencia de la declaración primigesta: “Jehová es mi pastor” y debe entenderse como: “porque Jehová es mi pastor; me guiará por…”. Dios mismo está interesado en en ayudarnos a caminar en esta senda desconocida para nosotros. el está comprometido con nuestro éxito. festeja con nuestros logros.

 

 

Es uno de los beneficios que recibe el hombre o la mujer que han decidido aceptar a Cristo como su Pastor. Recordando que en los tiempos del ministerio de Cristo en la tierra, El se dio a conocer como “El Buen Pastor”.

En Juan 10, El dice:

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.


Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.

Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.


Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.


También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

 

Cristo nos dice que nosotros necesitamos ser pastoreados por El. El mismo como Pastor de las ovejas, de nosotros los que le hemos creído y recibido, vino a este mundo, tomó un cuerpo de hombre y murió por nosotros como buen Pastor que es.

Jesús nos enseña en estas Palabras, que si alguien quiere erigirse como guía de nuestras almas; debe dar su vida por nosotros. Tiene que levantarse como competidor del Dios Todopoderoso, para tratar de quitarle sus ovejas.

 

Somos ovejas de Cristo, porque El nos compró con el precio de su vida. Ahora somos propiedad de Cristo; propiedad de Dios. Como ovejas de El; necesitamos ser guiados por caminos que no conocemos, por sendas nuevas para nosotros. Caminos o sendas en los cuales no pudimos andar porque no era nuestra naturaleza.

 

Nosotros antes de conocer a Cristo con el corazón, porque antes lo conocíamos en nuestra mente y no en el corazón, andábamos en nuestros propios caminos o sendas, que eran caminos de muerte, caminos de perdición, de injusticia.

 

El hombre natural anda por sendas terrenales, carnales o naturales. Podemos pensar que aquellas cosas que hacemos <sino todas; la gran mayoría>, son buenas a nuestros propios ojos. Pero estas obras nuestras o caminos en que andamos, puestas en la balanza de Dios, con la medida que El exige que seamos medidos; no califican como buenas.

 

Es más, Dios llama nuestras obras trapos de inmundicias. En Isaías 64:6 leemos:Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”

 

El hombre es su propio consejero. Se sienta delante de corazón y comienza a sacar las cosas que hará durante su vida. Unas veces de manera planificada; otras de forma espontánea. Pero, todo lo que el hombre hace, sale de su corazón. Y lo considera bueno delante de sus ojos.

 

El hombre es tan descarado, que pretende acercarse a Dios y competir con El. Pretende llegar al final del camino y presentarse ante su Creador, cargado de sus propias obras y decirle: “Aquí están mis obras, aquí está mi justicia; quiero que me aceptes y me premies por cada una de ellas”.
 

 

Imagino a Dios ante tanta desfachatez respondiéndole al hombrecito este: “Yo preparé para ti las obras, la justicia de mi Hijo para que anduvieses en ella, ¿Por qué las despreciaste y te empeñaste en andar en tus propios pensamientos y en tus propias sendas? ¿Tú piensas que tus obras o tu justicia son mejores que la justicia de mi Hijo y o sus obras?

 

El hombre que desprecia la Justicia de Cristo; tendrá que ser justificado ante Dios por sus propias obras. Pero, sabemos que ningún hombre es justificado ante Dios por sus obras como lo enseña el apóstol Pablo.

“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.


Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.”

Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.


Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.


Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.


Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).


Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.


Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.


Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.


Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”


¡Insondables son las riquezas de Dios!

 

No pudiendo nosotros alcanzar la justicia por nuestras obras; envía a su Hijo, para que por medio de El, seamos nosotros justificados delante de El, mediante la fe.

 

Todo aquél que es de la fe en Cristo; ha sido justificado ante Dios. Por eso podemos vivir confiados.

 

Volviendo al salmo: “El Señor es mi Pastor……me guiará por sendas de justicia por amor a su nombre”

 

Cristo como buen Pastor que dio su vida por nosotros y también nos dio su Justicia; ahora que somos sus ovejas nos ha de conducir por obras de justicia. Las sendas de justicia, son las obras que Dios ha preparado para que andemos en ellas.

 

Esto es importante entenderlo, porque de esta comprensión depende la vida cristiana y todo lo que hagamos para agradar a Dios.

 

Cristo como Pastor de nuestras vidas, nos habla por medio de su Palabra y de esta forma nos hace escuchar su Voz. El nos ha dejado su Palabra para que conozcamos lo que le agrada a Dios. En ella encontramos todo lo relacionado a la vida que agrada a Dios; las obras en que debemos andar todos. Son las obras de Cristo del día a día.

 

Por eso dice “….me guiará por sendas de justicias”. En su Palabra nos muestra sus obras y a través de ella, deja escuchar su Voz, llamándonos a que le sigamos por esas obras.

 

Es entonces cuando dejamos de mentir, para hablar verdad; dejamos la fornicación,  para andar en abstinencia de sexo; dejamos la violencia, para andar en paz; dejamos las bebidas embriagantes, para andar en su gozo; dejamos la envidia y la codicia, para andar contentos con lo que tenemos, dando gracias a Dios en todo momento; dejamos la avaricia, parta andar en generosidad.

 

Como Buen Pastor, Cristo nos mostró el Camino por el cual debemos andar. Nos demostró que es posible andar en ese Camino, porque tendremos la ayuda del Espíritu de Dios. Como hombre, Cristo vivió una vida victoriosa y agradable a Dios por el poder del Espíritu de Dios que vivía en El.

 

Las obras a que se refiere Cristo en Juan 14 cuando dice “Las obras que yo hago, vosotros también las haréis” se refieren a las obras de su vida de santidad, no solo a los milagros y sanidades.

 

Anhelamos y buscamos las obras poderosas del Espíritu de milagros y prodigios; pero no buscamos con la misma intensidad las obras, también poderosa de una vida de santidad.

Por eso es que el Espíritu nos advierte: las obras poderosas de los milagros y señales pasará; pero las obras poderosas del amor permanecerán para siempre.

 

En Efesios 2:10  dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

 

Debemos tener presente que al aceptar a Cristo en el corazón; hemos nacido de nuevo, somos nuevas criaturas, las cosas viejas pasaron. Como nuevas criaturas contamos con la ayuda y poder del Espíritu de Dios, quien nos hace andar en este camino nuevo.

 

Las obras preparadas por Dios para que andemos en ellas son las del día a día. También son las obras del llamamiento al servicio de Cristo. Dios nos ha llamado y preparado desde antes de ser creados, para cumplir ministerios con sus dones, para que sirvamos en la iglesia.

Cuando empezamos a andar en su justicia, oyendo, obedeciendo y siendo guiados por Cristo en esas obras, entonces y solo entonces, podemos enfrentar la sombras de muerte que nos rodearán.

Para terminar.

 

Nosotros, a los que nos ha tocado la bienaventuranza de vivir estos tiempos  finales antes del Regreso de Cristo, experimentaremos que, en la medida en que obedecemos a nuestro Señor Jesucristo, en todo lo que nos enseña; saldremos más que victoriosos en medio de los días de oscuridad que pronto abarcarán la tierra.

 

Las sombras de la muerte se desatarán sobre la tierra; pero a nosotros, quienes escuchamos la Voz de Cristo y seguimos tras El en su guía en medio de la Tormenta; llegaremos a nuestro destino, que es estar en la Casa del Padre, sin sufrir ningún rasguño o pérdida, porque El tiene cuidado de nosotros.

 

Cuando somos guiados por las sendas de justicia por el Buen Pastor, de seguro llegaremos a la Casa del Padre, en donde obtenemos toda la Provisión divina para nuestras necesidades.

 

Les recuerdo la Conferencia que estaremos dictando sobre La Provisión de Dios en Tiempos de Crisis. Hotel Panamá. Salón Cristal. Lunes 3 de Diciembre de 2012. De 6PM a 9:30PM. Se estará entregando ejemplar de mi libro Islam el Azote de Dios.

Aproveche la promoción válida hasta el 15 de Noviembre.

 

Bendiciones

miércoles, 17 de octubre de 2012


UNA VIDA SIN DERROTA
 
 
Por: Dr. Emmanuel García Moreno
 
Hebreos 10: 26, 27
 
“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”
 
Dentro del trato que Cristo está teniendo en mí, por la acción de su Espíritu en mi interior; está la enseñanza de cómo recibir su ayuda y guía, en la manera en que El quiere edificar mi vida.
 
He podido aprender de la urgente necesidad que existe en el Cuerpo de Cristo, de ser enseñados en el ministerio de la restauración. Para el creyente que ha caído en su caminar con Cristo, le resulta sumamente difícil ponerse de pie, sacudirse el polvo y continuar avanzando, y, más cuando ha sido un miembro del liderazgo en la iglesia.
 
En esta porción del libro a los Hebreos, escrito a los hermanos judíos que habían creído que Jesús es el Cristo, el Mesías de Israel, lo cual atrajo hacia sí una atroz persecución; el escritor, les anima y exhorta a mantenerse firmes en la fe y en el Camino que habían elegido.
 
Muchos de estos hermanos estaban abandonando las filas del Evangelio, para volverse al Judaísmo que los perseguía por herejes y apóstatas de la fe de Moisés. Ellos estaban decidiendo entre mantenerse en el Camino de Cristo y ser perseguidos o volverse a la religión de Moisés y encontrar descanso.
 
Estos hermanos no estaban en pecado, pero estaban siendo llevados a dejar el camino de Cristo y volverse atrás, a la religión sin vida.
 
Es en esta situación de riesgo a la apostasía a causa de la implacable persecución que sufrían; que la Palabra de exhortación es enviada a los hermanos salidos del Judaísmo.
 
Los judíos entendían bien el tema de los sacrificios que se ofrecían continuamente por los pecados, por eso el escritor les menciona lo de los sacrificios continuos por el pecado; que por ser continuos hablaban de la ineficacia de ellos.
 
Pero venido Cristo y dado su vida en expiación, un solo sacrifico bastó para quitar de en medio de una vez y para siempre el pecado, que impedía acercarse al Trono de la Gracia.
 
En el contexto del pasaje, también se habla de la necesidad de que los hermanos nos consideremos unos a otros, nos animemos igual; y, más cuando la Venida de Cristo está cerca. Es una enseñanza sobre la importancia de alentarnos mutuamente, en la perseverancia en Cristo.
 
Este pasaje se utiliza mucho para enseñar sobre los hermanos que han caído en pecado y el peligro que se cierne sobre ellos, por haber pisoteado la sangre de Cristo. Pero el pasaje más apropiado para conocer cuál es el trato de Dios con los que han caído en pecado, es el de la parábola del Hijo pródigo. Esta porción es más apropiada para aquellos que están a punto de caer en la apostasía, para evitar la persecución.
En la iglesia del Señor hay hermanos muy fieles y damos gracias al Señor por ellos, porque son pilares y columnas en la Casa del Padre, sirviendo de testimonio a las nuevas generaciones de creyentes.
 
Pero también hay  hermanos a quienes Satanás pide para zarandearlos como cañas al viento. Cuando esto sucede, a los caídos les cuesta un mundo volver a levantarse. Y cuando logran al fin levantarse y tratar de caminar de nuevo; su lucha interior es intensa. Los pensamientos de dudas y confusión hacen presa de su vida y lo hacen pasar por un período muy crítico, que de no ser ayudados; podrán caer nuevamente, con todo lo que conlleva el poder levantarse otra vez.
 
Es en este proceso de restauración en que los hermanos en Cristo juegan un papel importantísimo en el proceso de restauración. El pierniquebrado puede encontrar misericordia y amor entre sus hermanos o, falta de misericordia, y, hasta rechazo por parte de algunos.
 
Gracias al Señor por aquellos hermanos que sus vidas son un canal del amor de Dios para sus hermanos que están en ese proceso de restauración. El que ha caído y está en ese proceso, recibirá la confirmación del amor de Cristo, a través  del amor expresado por sus hermanos en Cristo.
 
Suficiente lucha interior tiene que enfrentar un hermano en Cristo que ha caído, porque Satanás pidió para zarandearlo, para que además, tenga que enfrentarse a la falta de misericordia de aquellos que se han mantenido fieles. Hay que agradecer al Señor por los hermanos fieles que a través de los años han perseverado sin salirse del Camino, a pesar de las duras pruebas que han tenido que soportar.
 
Pero hay hermanos a quienes Satanás pide para zarandearlos como cañas al viento.
 
Uno de los casos más notorios de cómo Dios permitió que un hijo suyo fuese sacudido por Satanás, fue el caso de Pedro.
 
Pedro estaba muy lleno de jactancia y seguridad en sí mismo en cuanto a su fidelidad al Señor. Llegado el momento en que Cristo fue apresado y llevado a las autoridades, y, ante el peligro que conllevaba ser identificado como un seguidor de Jesús; Pedro lo negó tres veces. A cada uno de nosotros nos llega la hora del gallo.
 Pedro lloró amargamente, haber negado a su Señor. Cuando Jesús resucita, tiene el cuidado de confirmarlo en el ministerio al cual había sido llamado. Tres veces lo negó Pedro; tres veces lo confirmó el Señor. Pedro necesitaba ser confirmado sin lugar a dudas. Y la confirmación de Pedro fue en el amor a Cristo. “Me amas Pedro más que estos? La respuesta siempre fue Tú sabes que te amo.
 
El amor de Dios en nosotros es el que nos hace levantarnos de la situación de fracaso o derrota en la que hayamos caído. Cuando yacemos postrados por el pecado que nos asedió y alcanzó, sacándonos del Camino y llevándonos al pozo cenagoso; lo que nos da fuerzas para levantarnos es el amor de Cristo en nuestros corazones.
 
Cuando el cuerpo de Cristo, la iglesia, sabe expresar ese amor hacia sus hermanos derribados en el servicio a Dios, el Cuerpo se enriquece, porque uno que se había perdido, ha sido encontrado y vuelto al redil.
 
El Señor mismo deja a las ovejas fieles del redil, para ir tras la descarriada.
 
Pero en el redil hay ovejas muy fieles que no soltaron las manos del arado, que no abandonaron la Casa del Padre, como lo enseña la parábola del hijo pródigo, que al ver el proceso de restauración de su hermano; no se alegra, sino que su corazón se llena de reproches y rechazo a esa restauración tan festejada. Para el hermano fiel de esta parábola; a su hermano no había que hacerle fiesta y regalos; era él quien se merecía todo ese jolgorio y derroche de fiesta.
 
Para este hermano fiel, la restauración de su hermano, saca a flote lo que hay en lo profundo de su corazón: falta de misericordia. El espera realmente que a su hermano se le de ropaje y trato de esclavo, no de hijo. Y, pasado un período de tiempo; tal vez se le pueda vestir con la dignidad de hijo. Solo tal vez….y eso si ha dado muestras evidentes ante sus ojos de arrepentimiento.
 
 Lo que el Padre piense no es importante; más importante es lo que él piensa; de cómo deben ser las cosas. Para él el Padre es demasiado bueno y amoroso…..incluso hasta permisivo…porque si no lo trata con dureza, segurito volverá a estar con los puercos porque no aprendió la lección.
 
El hijo pródigo debe entender que en cuanto está con vida y Cristo no ha regresado, tiene oportunidad de regresar a Casa, en donde le espera el anillo, la ropa de hijo y el Banquete de la Restauración.
 
La ofrenda de Cristo fue hecha una vez y para siempre. Al participar nosotros en su crucifixión, “con Cristo estoy juntamente crucificado”; participamos de su muerte. Nuestro cuerpo de pecado ya no vive. Ahora vivimos para Cristo. Tenemos una nueva vida. Somos nuevas criaturas en Cristo. Sobre nosotros no hay condenación. Somos libres del pecado.
 
Satanás después de zarandearnos, quiere hacernos quedar en el suelo; al contrario del Padre y de Cristo, quien quiere levantarnos y llevarnos al redil y hacernos fiesta.
 
El que ha caído tiene que luchar contra los pensamientos de derrota, fracaso, infidelidad, menosprecio, culpa, etc. Pero esto no proviene del Padre, no proviene de Cristo. Los pensamientos de Dios para el caído son: “caerá el justo siete veces; y, siete veces lo levantaré”
 
Ante Dios, el Justo puede caer; pero de todas sus caídas El lo levantará. Somos la niña de sus ojos. Estamos esculpidos en el hueco de sus manos. Somos su especial tesoro. Somos su pueblo adquirido. SOMOS SUS HIJOS.
 
Así como Job fue zarandeado por Satanás, bajo pedido, para eliminar toda jactancia de su corazón, así también seremos nosotros sometidos al duro trato de quedar postrados por el ataque despiadado del adversario, cuando con permiso del Señor, sacuda nuestras vidas. El Señor quiere llevarnos al derramamiento de lágrimas de tristeza por nuestra jactancia, que fue la que nos llevó a la prueba de nuestra fe.
 
Cuando uno que cree estar firme cae, es a causa de la jactancia que hay en su corazón. Uno no la ve pero Dios sí. Es una jactancia que solo sale con la humillación. Cuando somos zarandeados, descubrimos que somos nada sin la ayuda del Señor.
 
Como el Señor nos ama y tiene que arrancar esa jactancia del corazón a causa del orgullo que está agazapado en nuestro interior y no lo hemos visto; entonces permite el vapuleo terrible de Satanás sobre nosotros.
 
Al llevarnos a esa sensación y estado de pérdida total, es cuando empezamos a experimentar el suave silbido de la Voz del Señor que ha venido a levantarnos y a poner nuestros pies sobre peña y hacernos andar en sus Alturas, como las águilas que vuelan alegres impulsadas y sostenidas por el viento recio de las Alturas.
 
Es allá donde el Señor nos quiere. Experimentando la Fuerza de su Espíritu que nos sostiene y nos eleva a las Alturas y nos mueve hacia donde el quiere. Es ahí donde escuchamos su dulce Voz que nos dice “Vuela hijo mío…porque has sido llamado a emprender vuelo como las águilas… tú eres del Cielo; no de la tierra… Alza tu voz y deja oir tu canto paloma mía”
 
“Vuela….. vuela… no pares… sube a mi Presencia en donde te daré los tesoros muy guardados…donde saciaré tu alma…. Ven al abrigo del Altísimo, que mora en la Alturas…este es tu lugar, no el fango de la tierra”  
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,
sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.

El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.

¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?

Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.

¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos;
por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante.

Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;
porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
1
Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.

Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

martes, 16 de octubre de 2012

HAY RIQUEZAS QUE EMPOBRECEN; Y, POBREZA QUE ENRIQUECE

¡SEÁMOS RICOS RIQUÍSIMOS!

 

Por: Dr. Emmanuel García Moreno

 

 “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”

                                                                                                           Fil.4:19

 

Hoy hablaremos de las riquezas.

En el mundo existen personas con grandes riquezas materiales; pero muy pobres emocional, familiar, amical o espiritualmente.

 

Existen personas con cuentas bancarias enormes, abultadas, desbordantes; con sus necesidades materiales aparentemente resueltas. Se miran a sí mismos y se dicen: “repósate alma mía, porque de nada tienes necesidad. Y no saben que son unos pobres, desventurados que hoy mismo le pedirán cuentas de su alma.

 

También existen personas, incluidos los que aman a Dios y están siendo enseñados y preparados para la Venida de Jesucristo, que añoran, desean y buscan las riquezas de este mundo, con el propósito de satisfacer todas sus necesidades materiales y abundar en riquezas materiales para dar testimonio de fe y apoyar la obra del Señor.

 

Sobre este tema podemos aprender el enfoque sabio y prudente bajo la óptica de Jesús, para que estemos firmes en el Señor entre las riquezas que tengamos, deseemos tener o que buscamos.

 

Tal vez haya una persona multimillonaria que esté leyendo estas palabras, llena de riquezas que ha acumulado en este mundo con el esfuerzo de toda su vida, y hoy tendido en una cama de enfermo, o ante el tránsito inevitable de su vida hacia la eternidad, porque sus días se han agotado; esté pensando ahora:
 
¿Me servirá de algo mi riquez ante el Juez de toda la tierra, ante quien he de comparecer en breve?

 

“Soy rico. He acumulado toda esta riqueza y ahora que estoy a punto de partir, pienso ¿Y para qué he acumulado tanto? Sé que no me acompañarán a donde voy. ¿Qué hago con ellas?”

Una persona así, que  sabe y entiende que todo el bienestar que alcanzó con sus pertenencias materiales no le alcanza para tener paz en su corazón, cuando se enfrente al momento de la verdad; necesita ser enseñado con la Palabra de Vida, para que no entre al mundo espiritual, empobrecido y miserable.

 

Todos tenemos que comparecer ante el Trono de Dios a darle cuenta de nuestras vidas. No se escapa nadie. Tanto el rico como el pobre, antes de partir de este mundo, entendemos que compareceremos ante la Majestad en las Alturas.

 

Es posible que durante nuestra existencia, no hayamos pensado en el momento en que tendremos que partir de esta vida, y, comparecer ante el Juez de todos. Porque cuando estamos llenos de fuerzas y juventud, no nos detenemos a pensar en esa realidad. Muchos decidimos dejar esos momentos para más adelante porque ahora no es la hora de pensar en cosas “tristes”. Nadie nos garantiza que podamos llegar al final tan planificados.

 

Pareciera que para la mayoría de los hombres existe el pensamiento, y, manera de vivir, como si tuviésemos la vida asegurada hasta vivirla gasta los 100 años y apagarnos de vejez, como una velita que está llegando a su final, titubea un poco y se apaga lentamente con suaves vaivenes de la brisa que le acaricia.

 

La realidad es que todos nosotros, en algún momento de nuestro peregrinar en esta mundo; sea temprano, a mitad de camino o al final, dejaremos esta vida para iniciar la otra existencia, la duradera, la final, la inagotable.

 

Cristo Jesús, quien nos da Palabras de vida, quien vino a este mundo a traernos el conocimiento de Dios como Padre nuestro y quien tiene cuidado de nosotros, tomó tiempo para enseñarnos sobre este tema o asunto.

 

Él lo consideró importante, y aun lo considera.

 

El Señor nos enseña que las riquezas son importantes; pero, no debemos dejar que ellas nos atraigan de tal manera, que el apego a ellas, nos sea de tropiezo para el Reino de Dios.

 

Cristo nos dice que nuestra alma debe estar libre de ataduras terrenales, que le impidan entrar y participar de la gloria que Dios Padre nos tiene reservada para nosotros, cuando Cristo Regrese y sea coronado Rey de toda la  tierra y se de inicio a la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, cuando se haya cumplido lo que el Padre Eterno determinó para la Nueva Creación en Cristo.

 

Y el Retorno de Cristo, está a las puertas. Cuánto más debemos vigilar nuestras almas; en qué nos ocupamos hoy.

 

Las riquezas de este mundo pueden convertirse en un verdadero problema para aquellos que las posean o para los que quisieran tenerlas.

 

En el Evangelio de Lucas encontramos una enseñanza poderosa de Cristo sobre este tema.

 

“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia;…

 

<es un llamado de atención a sus seguidores; a quienes quieren ser enseñados por El y, poner por obra su Palabra. La riqueza material viene acompañada de la Avaricia, que es un flagelo de las almas.

 

La expresión “mirad” me habla de una ordenanza preventiva. Es como decir “Tengan cuidado” “Estén Alertas” “cuidado y son Sorprendidos” “No se descuiden en esto” Es un llamado de atención para vigilar este mal insidioso que se nos puede colar disfrazado de buenas intenciones>

 

La Avaricia es un pecado terrible; produce hambre de tener cosas materiales; hambre de acumular dinero a cualquier costo, hambre insaciable de satisfacer nuestro ego.

 

La Avaricia nos deja sin amigos ni familiares que nos aprecien. Los pocos que están a nuestro alrededor se han acercado buscando saciar ellos sus propios apetitos. El avaro es el más solitario de los hombres. Se queda solo con su riqueza acumulada durante toda su vida.

 

El avaro tiene como dios el dinero y su vientre. Entendiendo por vientre todo apetito terrenal, carnal que lo somete. Vive esclavo de sus apetitos.

 

El avaro no da nada de sí; solo espera recibir. Y si algo da; lo da con la intención de recibir algo a cambio. El avaro cuando da; espera obtener beneficios propios.

 

Hay una línea muy tenue en esta transacción entre lo que se enseña en el Reino de Dios acerca de dar y recibir y el dar de la avaricia.

 

La Avaricia da para recibir bienes materiales que satisfagan los apetitos terrenales; en el Reino se da sin esperar nada a cambio y si al Señor le place darnos medida apretada de vuelta; la usaremos para la extensión de su Reino, no para complacernos a nosotros mismos.

 

Tengamos cuidado porque la Avaricia viene disfrazada de buenas intenciones. Por ejemplo: anhelas tener un vehículo. No tienes suficiente dinero para costearte uno que te gusta. Vives pensando en ello y como obtenerlo. Alguien aparece vendiendo un boleto de $40 de una gran rifa en beneficio de una institución que atiende a los necesitados del país.

 

Para ti $40 es mucho dinero. Decides comprar el boleto porque te ganarás el carro como el soñado: un BMW último modelo con todas las extras. No piensas en tomar esos $40 y donarlo directo a la institución, porque eres avaro, no sabes dar a los demás.

 

Pero la rifa te da la excusa que necesitas para obtener algo de gran valor a cambio de una bicoca. Te dices a ti mismo: “complácete alma mía, porque eres generoso; estás apoyando una buena causa”

“….porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee…”

 

<Aquí es tajante el Señor al declarar que las riquezas dan un engañoso sentimiento de vida. Muchos hombres pueden llenarse del pensamiento: “Tengo plata; tengo vida”

 

Sale una propaganda en la televisión de un joven bajo el sol vacacional, rodeado de comodidades, pertenencias, lujos, abundancia de todo, buena compañía femenina, recostado en una hamaca y exclamando satisfecho, con una copa de licor en su mano: “esto sí que es vida”

 

Jesús nos dice: La abundancia de bienes no es la verdadera vida. Hay algo más. La tenencia y posesión de riquezas no te hacen vivir.

 

Jesús decía esto porque Él sabía que la verdadera Vida del hombre se encuentra en El, en Conocerle y conocer al Padre. Él dijo de si mismo:

 

El hombre puede tener riquezas materiales; pero, si no tiene a Cristo, no tiene nada. Es pobre y desventurado. Y lo contrario también es cierto. Una persona pobre, si tiene a Cristo, tiene la Vida, tiene el Reino de Dios, es heredero de Dios y coheredero con Cristo. Es verdaderamente rico, porque ha atesorado bienes en el Reino de los Cielos a dónde el ladrón no entra ni la polilla.


Cristo nos enseñó sobre el valor que debe tener para nosotros el Reino de los Cielos.
"También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,
que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró"

 

A sus seguidores, Jesús nos enseña:

 

Cuidado con desear y buscar las riquezas de este mundo, ellas pueden desviar tu alma del verdadero premio en Cristo.

 

Cristo no nos enseñó a buscar las riquezas de este mundo; sino las riquezas del Reino de los cielos, en donde está El.

 

Ocupemos nuestras vidas en buscar esos tesoros del conocimiento de Dios Padre y de Cristo. Con ese conocimiento, nuestras vidas terrenales se van llenando de gloria celestial y vamos acumulando peso de gloria, según la voluntad de Dios.

 

Hagamos tesoros en los cielos, tesoros en el Reino de los Cielos. Busquemos entender como vamos llenando nuestra cuenta celestial que Cristo nos abrió en su Reino, para de esta manera ser hallados ricos en el Reino y no pobres.

 

En el Reino de los Cielos hay galardones y premios que Dios nos tiene reservados. Nuestra gloria eterna será de acuerdo a lo que hayamos acumulado con los tesoros celestiales. Habrá unos potentados en el Reino y otros salvos como por el fuego, sin mayores posesiones espirituales, pero salvos al fin.

 
Dios Padre no solo quiere que seamos salvos; sino, que atesoremos en los Cielos. Que seamos ricos para con Cristo.

 

Si hemos de acumular riquezas; acumulémosla en los cielos.

 

En cuanto estemos en esta tierra, “busquemos el Reino de Dios y su Justicia y todas las demás cosas nos serán añadidas”

 

Si hemos de recibir riquezas de las manos de Dios; no las busquemos. El mismo nos las dará como una ñapa, una añadidura. Que  nuestras oraciones, acciones, participaciones en la iglesia no sean buscando recibir de Dios riquezas a cambio de ellas.

 

Dios no nos mandó a ir tras las riquezas; nos ordenó ir tras su Reino y su Justicia. No erremos el camino.

 

Él le pedirá cuentas a aquellos que hacen errar a sus ovejas, enseñando un Evangelio diferente, el evangelio de las riquezas de este mundo, al que nos ha sido dado desde el principio.

 

Al que ha acumulado riquezas toda su vida y al final del camino se encuentra vacío y pobre; a este le digo:

 

Cree en Cristo como el Hijo de Dios; acéptalo en tu corazón como tu Señor y Salvador y serás salvo.

 

Tal vez te encuentres que las fuerzas vitales te abandonan y no tienes tiempo ya de hacer buenas obras; Dios te da la oportunidad de tomar esas riquezas que no te acompañarán; suplir a tus herederos una porción para que puedan avanzar en sus vidas sin estrecheces materiales. El resto, dáselos a los pobres y atesorarás en los cielos.

 

Rompe con la avaricia que te aprisionó junto a las riquezas y dar a los pobres. Sepas que cuando le damos a los pobres de este mundo; a Dios le damos.

 

Creo que en situaciones como las del millonario de esta historia; Dios le extiende un poco más de vida si decide dar sus riquezas a los pobres; para que se goce estando aun en esta vida cuando atesora en los cielos.

 

¡Sea vida en Nombre de Jesús  sobre aquél que atendiendo la Voz de Dios, decide dar sus riquezas a los pobres y atesorar para los cielos!

 

Habrá gente muy rica que lea estas líneas y se preocupe de tener que dar todo lo que posee a los pobres. A estos les digo: Preocúpate primero de venir a Cristo, entregarte a El con todo lo que tienes, haciéndole Señor de tu vida y de tus bienes. Él te guiará a hacer con lo que le pertenece, lo que es mejor. Tendrás las riquezas que ya tienes y adicional a ello tendrás a Cristo, la mayor de las riquezas, que hacen palidecer las que ahora tienes.

 

Y al que no tiene riquezas, que apenas tiene para el día a día o tiene pero no mucho; a estos les digo: “

 

 “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”