domingo, 4 de noviembre de 2012

SERÉ COMO ÁRBOL FRONDOSO II


 

Por: Dr. Emmanuel García Moreno

 

“Seré como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que doy mi fruto en su tiempo, Y mi hoja no cae; Y todo lo que hago, prosperará.”

Sal.1:3 (VPAPF)*

 

Ayer traté de colgar el post pero por alguna razón técnica no pude, por lo cual les pido disculpas. Hoy deben aparecer las dos partes para su lectura. Espero terminar la segunda antes de las 7:30 AM.

 

Resumiendo lo expuesto, cuando Dios Padre nos mira, ve la nueva criatura en que nos hemos transformado. El hombre viejo no aparece ante sus ojos, por lo cual Ud y yo podemos aceptar que somos bienaventurados porque no anduvimos  en consejo de malos, Ni estuvimos en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores nos hemos sentado.

 

Cuando el Señor mira nuestro pasado, solo ve la cruz, en donde está crucificado Cristo y nosotros juntamente con El. Por eso ninguna condenación hay sobre nosotros, porque así como morimos con Cristo en la cruz; también resucitamos con El cuando el Padre le levantó de entre los muertos.

 

La nueva criatura que somos ahora en Cristo, guiada por el Espíritu de Cristo que habita en nuestros corazones, es conducida por el Camino de Vida. La semilla que fue plantada en nuestros corazones, esto es la Palabra de Dios, crecerá día tras día, nutrida de la Palabra y del Espíritu.

 

Ahora Cristo habita en nuestros corazones y debe ir creciendo esta Presencia en nosotros. Por eso la Escritura declara que debemos desear la leche espiritual no adulterada para que Cristo crezca en nosotros.

 


“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.”

Y también dice en Colosenses:

“Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;
 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.


Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.


Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.


Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;
arraigados y sobre-edificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

 

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.


Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.


En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

 

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.


Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.


Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.”

 

Y más aún en Efesios:

 

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del  ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”

 

Por eso el salmista afirma que este varón bienaventurado, esta nueva criatura en Cristo, no anduvo en consejo de malos.

 

La nueva criatura se nutre de la Palabra de Dios, y por ella crece y crece hasta llegar a la estatura del varón perfecto.

 

Nuestro caminar como nuevas criaturas en Cristo, no será por caminos de perdición; será por el Camino de la Vida, por sendas de Justicia, por amor a su Nombre. Por ello   

nuestro andar será por camino aprobado.

 

Camino en donde conoceremos su gloria a cada instante en nuestro diario vivir. Nuestros caminos ya no son caminos de pecadores.

El hombre natural que dejamos atrás cuando recibimos a Cristo; estaba rodeado de consejos extraños y diversos, pero eran perdición. Era el consejo de los malos. pero nuestro consejero ahora es el Dios de Israel.

 

Entendamos esto. Nuestro hombre viejo está clavado en la cruz. Ese hombre viejo o natural, no tenía la capacidad de escuchar y atender el consejo de Dios, porque era sordo, ciego y mudo para los asuntos del Reino de Dios.

 

Pero ahora en Cristo, como nuevas criaturas, sí tenemos la capacidad de oir la Voz de Dios que nos aconseja por el Camino en que debemos andar.

 

“….En la ley de Jehová está su delicia….”

Note que el salmista pasa del pasado al presente. Ahora habla del tiempo presente, del hoy, del ahora

 

Todos buscamos como seres humanos deleitarnos en algo. Es una necesidad humana. Buscamos aquello que produzca satisfacción al alma y al cuerpo. Esto es normal, por ello durante toda nuestra vida nos ocupamos de ello de día y de noche; en soledad o acompañados.

 

La búsqueda del deleite gobierna nuestras vidas desde pequeños. Aún en el vientre materno estamos envueltos en el mayor de los deleites terrenales: flotamos de satisfacción, sin llanto ni dolor, sin hambre ni sed, todas nuestras  necesidades están satisfechas.

 

Durante nuestra existencia terrenal nos extendemos a buscar el mayor deleite. Por eso estudiamos, trabajamos, robamos, mentimos, embaucamos, pedimos, nos endeudamos, etc.

 

Como personas naturales es normal y natural que nuestras delicias sean mundanas o terrenales; pero  cuando creemos en Cristo como Hijo de Dios y lo recibimos como nuestro Salvador y Señor, entonces somos nuevas criaturas y nuestro gusto cambia.

Como  nueva creación gustamos lo celestial lo de arriba. Desarrollamos un gusto por la Palabra y los dichos de Dios.

 

Recordar que la Palabra de Dios es Cristo y cuando dice que a la diestra de Dios hay delicias se está refiriendo a las delicias de Cristo, que satisfacen al  alma hambrienta y sedienta.

 

Dice el Salmos 16:11 “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.”

 

Claramente el Salmo se refiere a Cristo, el Verbo de Dios, la Palabra de Dios, la Ley de Dios, que está a su diestra en los cielos.

 

Cristo es nuestras delicias. De El tomamos gracia sobre gracia.

Salmos 36:8 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.  Serán completamente saciados de la grosura de tu casa,
Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.

Salmos 119:24: Pues tus testimonios son mis delicias
Y mis consejeros.

 

Estemos claros que cuando Dios dice delicias en El. Se está refiriendo a las delicias de Cristo para todo aquel que cree.

 

Cristo es nuestras delicias. El satisface plenamente nuestras almas. La plena satisfacción del hombre está en Cristo Jesús. Por eso, el hombre que en Cristo tiene sus delicias, es bienaventurado.

 

Cuando comprobamos que Cristo es nuestras delicias y gustamos del don celestial; no habrá lugar para desear otra cosa aparte de El.

 

“…Y en su ley medita de noche y de día…”

 

Meditar en su Palabra ocupará nuestros pensamientos.

 

Es como cuando la oveja rumia el pasto delicado, es saborear la Palabra y exprimir sus nutrientes, asimilándola y digiriéndola. Es irla moliendo en nuestra boca con la masticación, desmenuzándola, separándola, escudriñándola.

 

Debe ser una acción continua, permanente, ocupándonos en ello con perseverancia.

 

Esto requiere disciplinar nuestra mente, que es muy rebelde y desbocada, indócil y escurridiza.

 

Durante el día siempre habrá innumerables ocasiones para ocupar nuestra mente en una Palabra seleccionada para meditar en ella. Durante la noche, hay más tiempo y si nos despegamos de la tele o de  internet, tendremos tiempo suficiente para sacarle el jugo a la porción escogida.

 

Podemos meditar sobre lo que ya hayamos leído o recibido en alguna prédica o enseñanza<; o escoger una porción en el devocional de la mañana y hacerla nuestra perla escogida para ese día.

 

No debemos solo escoger las promesas; también las exhortaciones o las doctrinas o enseñanzas de la Palabra. Los proverbios son una cantera de piedras preciosas, igual los salmos.

 

Si Ud sabe utilizar la internet y bajar a su BB o celular la biblia electrónica, puede meditar en pasajes más extensos.

 

Meditar en la Palabra de Dios; es meditar en Cristo, es meternos en Cristo y permitir ser impregnados de Cristo. Nos hacemos Uno con El. Recibimos de su substancia, de su Esencia.

 

Cuando meditamos en Cristo, en la Palabra de Dios, nuestra mente estará ocupada en lo celestial, estaremos con la mira puesta en Cristo nuestra Vida. No habrá lugar en nosotros para otro tipo de pensamientos. De esta forma disciplinamos nuestra mente y nos vamos transformando por medio de la renovación de nuestro entendimiento.

 

“….Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas….”

 

Note ahora que introduce el futuro.

El pasado es haber dejado al hombre viejo crucificado juntamente con Cristo. El presente es meditar en Cristo, meditar en la palabra de Dios o en su Ley.  El futuro es una vida plena en Cristo.

 

Cuando nos ocupamos de meditar en la Palabra de Dios, esto es en Cristo, Dios nos garantiza que obtendremos una vida rebosante y agradable a El.  

 

Nos compara con árboles porque nacemos de una semilla. Nosotros hemos nacido de la simiente santa, de Cristo. De la Palabra. Somos plantío de Jehová, huerto y viña del Dios Altísimo.

 

En Isaías 5 Dios nos habla de su propósito con nosotros:


“Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.




La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres

.


Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.


¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?




Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.




Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.


Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya”

 

También Jesús nos habló sobre esta realidad en Juan15:1

 

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.


Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.

 

Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.


Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.


Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.


El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.

 

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.




En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.


Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.


Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.




Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.”  

 

No somos árboles estériles o no frutales, somos plantíos escogidos y el Señor como buen jardinero nos podará para que llevemos fruto.

 

Si hemos llevado fruto, El nos podará para que llevemos más fruto. Preocupémonos cuando pensamos que ya no podemos dar más fruto, somos llamados a la sobreabundancia frutal.

 

Junto a corrientes de aguas nos habla de la comunión con el Espíritu, comunión con Cristo, comunión con la Palabra, es agua a borbotones agua que se moviliza, y refresca cada día. No es agua estancada. Habla de revelación nueva cada día, habla de agua que nos hace saltar a vida eterna.

 

Nos habla de la llenura del Espíritu Santo: “antes bien seamos llenos del Espíritu Santo”

 

Nos recuerda que sus misericordias son nuevas cada mañana, nos recuerda al maná que había que ser recogido en la mañana cada día y no guardarse para el siguiente día.

 

La Palabra que has meditado, será como nutriente que entra por tus raíces llevando el sustento para el día. Ese nutriente te va fortaleciendo y dando crecimiento en Cristo, creciendo en gracia.

 

El tiempo se me ha agotado. Solo les enunciaré algunas verdades encerradas en el resto del salmo.

 

“….Da su fruto en su tiempo…”

 

Del fruto participamos nosotros, nuestro prójimo y el Señor

 

Somos para dar fruto. Árbol frutal, no es para apariencia. La apariencia es religiosidad. Si hemos dejado de dar fruto significa que nos ojearon; es necesaria la poda y cavar alrededor de las raíces. Significa remover la zona cómoda, cambios, expulsar cosas que no son edificantes.

 

En cavar alrededor debemos pensar en cambiar hábitos, costumbres, rutinas, modo de pensar. El suelo significa también nuestra seguridad y confort. Hábitos y distracciones.

 

Definitivamente habla del fruto del Espíritu Santo. El Espíritu lleva en si mismo el poder  de dar fruto pero necesita nuestras vidas como vehículo. Es el fruto de Dios para los hombres. Un fruto que satisface no solo a quien está cerca de nosotros sino también a nosotros mismo. Somos árboles que comen de su propio fruto.

 

Por el Espíritu hacemos morir las obras o frutos de la carne para dar espacio y lugar al fruto del Espíritu.

 

“En su tiempo”… nos habla del momento oportuno y exacto de la necesidad. Cuando estamos afanados, necesitamos paz; no amor u otro fruto. Cuando somos rechazados, necesitamos amor, pero no fe. Cada fruto debe darse en el momento que se necesita. Nunca andar con la cesta vacía. El fruto es espontáneo, automático y oportuno.

 

El fruto atrae la Presencia del Señor y el Señor  con cánticos de liberación nos rodeará. El es el Señor de la viña. Puedo entender que el Señor suelta su canto a nuestro alrededor cuando encuentra una vida llena de fruto. Salmo 32: 7.

 

El fruto en nuestra vida produce  gozo en el Señor, El se gozará en nosotros, como se goza el esposo con la esposa. Atrae su presencia para que experimentemos su amor y su intimidad. Isaías 62:1-5

 

El fruto produce el amor de cantar de los cantares.

 

Debemos de cuidarnos de no defraudar al Señor cuando venga por su fruto en nuestra vida, para que no nos suceda lo de la higuera que no tenía fruto cuando El quiso comer de él. O de la parábola de la vid que fue podada y escarbada para que diera fruto.

 

“…y su hoja no cae….”

 

Habla de perenne, de permanecer por siempre, con olor a eternidad. Habla de firmeza y estabilidad. De ser inconmovible. Habla de Vida Eterna.

 

Habla de belleza y atracción. Ser deseable y hermosura. Hojas siempre verdes que no se marchitan con el tiempo. “Nuestro interior se va renovando cada día” Habla de incorruptibilidad. “lo corruptible sea vestido de incorruptibilidad”

 

Habla de vigor, de poder, de fortaleza, de pujanza, de salud. Apariencia y naturaleza saludable y vigorosa.

 

Habla de Vida abundante.

 

“”….y todo lo que hace prosperará….

 

Este es el resultado para el varón que se deleita en su Palabra: prosperidad en todo lo que emprenda.

 

Es licencia para prosperar.

 

El evangelio de la prosperidad sin la delicia en la Palabra de Dios es de cuidado. El Señor ha determinado como una ley espiritual que si te ocupas en deleitarte en su Palabra, en Cristo, la prosperidad es un producto esperado.

 

Pero el mensaje es claro. Ocúpate de buscar a Cristo, meditar en El, en su Palabra y la prosperidad vendrá como añadidura. Aunque la prosperidad en el Señor no significa exclusivamente prosperidad material o riquezas materiales.

 

La riqueza material puede estar incluida pero no es la importante. Es más, Ud puede ser prosperado sin tener riquezas materiales. Teniendo lo suficiente para sus necesidades, sin estar en estrechez, ya es ser próspero.

 

La abundancia de Dios incluye todos los aspectos de la vida del hombre, pero la abundancia mayor y la prosperidad mayor está en las riquezas en Cristo, las riquezas de su conocimiento.

 

Podemos vivir en escases material pero en abundancia en Cristo. No nos confundamos cuando la Palabra habla de riquezas y abundancia.

 

He aquí les doy una Palabra de entendimiento.

 

A los judíos, al Israel natural, al Israel del Antiguo testamento sí se le prometió riquezas materiales, como un tipo de las riquezas espirituales. Las riquezas a las cuales fueron llamados, eran solo sombras de las riquezas a que somos llamados cuando está Cristo presente.

 

El hombre o la mujer llamados al Evangelio deben saber escoger a cuales riquezas perseguir. A las terrenales o a las celestiales. Si persigues las terrenales, tal vez las obtengas, pero no esperes más que eso.

 

Si persigues las celestiales, hay garantía de que las obtendrás y serán por toda la eternidad.

 

Este es el verdadero camino a la prosperidad. Cualquier cosa que emprendas será coronada de éxito. Serás próspero en todo aquello en que te ocupes.

 

Si estudias, prosperarás, si cocinas o atiendes la casa; prosperarás. En cualquier trabajo o empresa o negocio; prosperarás. Te irá bien.

 

Estamos condenados a prosperar si nos deleitamos en Cristo, en la Palabra de Dios.

 

El salmo concluye haciendo notar el camino del justo en contraste con el de los malos.

 

Bendiciones.

 

*Versión Personalizada y Aceptada Por la Fe

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